Convenciones sobre lo insólito
El guion de esta nueva versión francesa ha optado, con buen criterio, por desechar esa palabrería barata del original argentino
La película argentina Corazón de león gozó hace tres años de un estimable éxito gracias a un planteamiento de comedia romántica de toque social ciertamente insólito, que, sin embargo, no se veía correspondido con un desarrollo de atrevimiento paralelo. Sus intenciones críticas, asentadas en la dictadura de la imagen y, sobre todo, en la presión del entorno social y amistoso para abandonar cualquier tentativa de romance con alguien alejado del estereotipo físico, se quedaban a mitad de camino de su atrevida esencia, los amores de una guapa y madura abogada con un hombre de apenas 1,30 metros de altura, por culpa de una impostura: la decisión de empequeñecer digitalmente a un actor de talla normal (Guillermo Francella), en lugar de optar por un intérprete afectado de enanismo (como Peter Dinklage, por ejemplo), lo que sí hubiera convertido la propuesta en verdaderamente transgresora.
UN HOMBRE DE ALTURA
Dirección: Laurent Tirard.
Intérpretes: Jean Dujardin, Virginie Efira, Cédric Kahn, César Domboy, Myriam Tekaïa.
Género: comedia. Francia, 2016.
Duración: 98 minutos.
Eso sí, el empuje comercial de la comedia de Marcos Carnevale parece evidente, pues en muy poco tiempo ha provocado dos remakes, uno en Colombia, de título homónimo, dirigido por Emiliano T. Caballero, y otro en Francia, Un hombre de altura, comandado por Laurent Tirard. Aunque ambos con el mismo recurso de empequeñecimiento digital, preferencia a la que podría sumarse en el caso francés el hecho de colocar como estrella a un intérprete objetivamente guapo (si es que eso existe): Jean Dujardin. Con tales parámetros, el guion de esta nueva versión gala ha optado, con buen criterio, por desechar esa palabrería barata del original argentino ("in one hour", cada dos por tres), manteniendo casi todo lo demás: personajes principales y secundarios, desarrollo cómico y dramático, poso crítico, diálogos y desenlace.
Una opción desde luego válida en lo comercial, y de demostrada eficacia cómica, pero que poco o nada tiene de creativa. Y más si, como la original, acude a la cobarde elipsis en el momento culminante del sexo. Apelar a la igualdad en la desigualdad, para luego apartar la mirada del objetivo en el instante cumbre, como esos personajes a los que se critica en la historia, que no quieren ver lo anticonvencional, es tirar la piedra para luego esconder la mano.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.