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El hombre que luchó contra la industria

"No necesito discos físicos. No para un nuevo público", dijo Prince en una entrevista que concedió a cinco medios europeos en noviembre

Prince, en un concierto en California en 2006.
Prince, en un concierto en California en 2006.CHRIS PIZZELLO ((REUTERS))

Cuando Prince anunció que su disco Hit n´Run se editaría solo en versión digital, muchos lo vieron como una rendición. El artista que había declarado que internet estaba muerto, claudicaba. Pero en la entrevista que concedió a cinco medios europeos en noviembre, él discrepó. "No necesito discos físicos. No para un nuevo público. Yo no diría que los discos físicos están muertos, porque me gusta el vinilo, pero si lo que buscas es rapidez y eficiencia, eso es internet. Cuando todo el mundo magnificó eso que dije, ‘internet está acabado’, de lo que hablaba es de dinero. ¿Entiendes? Está muerto en relación a las finanzas. No nos pagan, nunca lo han hecho. Dime un artista que se haya hecho rico con internet. Sin embargo, a Apple no le va mal, ¿no? ¿Cuántas descargas tuvo Adele? ¿Dónde fue ese dinero? A Apple. Tienes que fichar por una discográfica que firma con Apple, para a través de un contrato de grabación ponerte el último de la fila para conseguir dinero. No tiene ningún sentido. Nadie consigue dinero. Sin embargo, Tidal ya me ha pagado".

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Era el último capítulo de una guerra que había comenzado en los ochenta, tras el éxito de Purple Rain, que sin embargo no fue capaz de mantener con sus nuevos discos. Es en esa época en la que empieza a guardar en sus archivos, discos enteros, protegiéndolos de manos externas. Luego los retomaba. Le gustaba reavivar conceptos: por ejemplo, Hit n'Run era originalmente el nombre de su gira de 1987.

El punto álgido del combate fueron los siete años que se rebautizó como un signo impronunciable. Lo anunció en 1993, con 35 años, en un comunicado, y más tarde lo explicó en su web. Dijo que tenía la sensación de que su nombre había sido mercantilizado por Warner y que la única solución era adoptar como apodo un símbolo que no pudiera ser pronunciado.

La decisión llegó un par de meses después de que enviara un fax a la prensa haciendo público que dejaba de realizar grabaciones de estudio. Ese mismo día se lo había dicho al sello. Proponía cumplir el contrato con grabaciones antiguas. Tras 15 discos en 15 años, pensaba en el cine, en el teatro y en internet. Warner, que le había firmado un contrato por 100 millones de dólares, no se lo tomó demasiado bien.

Aquello desembocó en una guerra que Prince entendió como de emancipación. Fue entonces cuando apareció con la palabra “slave” pintada en la cara. Cuentan que fue su momento más megalomaníaco. Con giras monstruosas en las que perdía dinero a espuertas.

Consigue la libertad y empieza la etapa New Power Generation, con su propio sello NPG Records, y distribución vía web o con acuerdos con independientes. En 1996 publica un disco triple llamado Emancipation. Lanza álbumes constantemente, es el caos que lleva a la intrascendencia. Lo suple con directos. El personaje salva lo que no salvan las ventas. Fue uno de sus hitos —llenar 21 noches el O2 londinense— lo que llevó a Michael Jackson a programar los 50 conciertos que minaron su precaria salud.

En 2004, regaló copias de su Musicology con las entradas para sus conciertos, una estrategia que le ayudó a colocar 632.000 copias del álbum en cinco semanas, pero también llevó a Billboard a cambiar las reglas de sus charts. En 2007 entregó copias de su disco Planet Earth con el periódico británico The Mail on Sunday. Ese año, también fue la estrella del descanso de la Super Bowl.

Se las arreglaba para mantener su estatus. En 2013 revolucionó, South By Southwest, enorme feria en Austin, Texas. Por un concierto para apenas 300 personas patrocinado por Samsung recibió un millón de dólares. Muchos artistas estudiaban su modelo de negocio, que le permitía ingresos superiores a los de muchos colegas de la primera división.

En los últimos años, tomó el control total de sus derechos musicales. Eso incluía la propiedad de la edición musical y sus grabaciones, lo que llevó a un nuevo acuerdo con Warner en 2014.Ese control le permitió retirar su música de la mayoría de los servicios de streaming, aunque dejó su catálogo en Tidal , el servicio comprado por Jay Z en 2015. En noviembre nos contó que le parecía la plataforma perfecta para explotar su catálogo. "Entiendo por lo que están pasando las discográficas. El sistema ya no funciona. Es demasiado lento. Todo va muy rápido. Puedo componer algo, tocarlo ahora y que esté online mañana. Pero las discográficas no pueden hacer eso. Para los músicos que escriben mucho eso es fantástico. Jay Z es una de esas personas. Si vas a Tidal y miras su catálogo, descubres que hay un montón de jóvenes que usan sus aparatos para descubrir música que salió hace 20 años. A veces se nos olvida que la primera vez que escuchamos algo no era nuevo, quizás tenía 20 años, pero era nuevo para nosotros”.

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