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Una mirada refrescante al cine mexicano

Cuatro nuevas cintas entran al catálogo de FilminLatino para celebrar la fortaleza narrativa de la cinematografía nacional

Un fotograma de 'Halley'.
Un fotograma de 'Halley'.Filminlatino

En las últimas décadas el cine mexicano ha tenido que dar la batalla para reencontrarse con el público nacional y remontar los prejuicios y la animadversión que se generó, sobre todo a finales de los 80 cuando las películas de ficheras y albures dominaban parte de la cartelera en el país. Reconquistar al espectador no ha sido tarea sencilla, más bien un proceso complejo sobre todo ante las escasas oportunidades para llegar a las grandes audiencias.

Por el contrario, el incremento sostenido de la producción en la última década, que permite registros históricos como el de 2015 con una cifra de 140 filmes, ha permitido consolidar una pluralidad temática, estilística y la convivencia de voces emergentes del cine con experimentados realizadores que siguen compartiendo sus historias a través de las imágenes en movimiento. Un espacio donde todo tiene cabida desde el cine de autor o de búsqueda estética hasta las películas con una pretensión comercial.

La presencia constante y la conquista de premios en festivales internacionales dan cuenta también de un cine mexicano vivo y diverso que encuentra eco en otros públicos del mundo; al igual que el talento de varios mexicanos que trascienden nuestras fronteras. Por ello celebramos en FilminLatino la llegada de cuatro títulos a nuestro catálogo que son prueba fehaciente de la fortaleza narrativa de la cinematografía nacional y su refrescante mirada.

Se trata de filmes que ahondan en el complejo mundo del travestismo en la cultura muxe en Oaxaca, a través de un poderoso relato de tintes policiacos; también se encuentra un ensayo audiovisual sobre la vida de una comunidad de ancianos que habitan en una montaña en Japón o dos películas que desde distintas aristas exploran las posibilidades del horror.

Carmín tropical, de Rigoberto Perezcano (2014)

Comprometido con la realidad oaxaqueña, el director Rigoberto Perezcano explora los elementos del cine negro para desarrollar, a manera de una investigación criminal, una película con tinte documental, para ahondar en los asesinatos por homofobia. La historia, estructurada como una crónica de viaje, da cuenta del regreso de Mabel a su pueblo en Juchitán, Oaxaca, con la finalidad de esclarecer la muerte de su amiga Daniela. Ambas forman parte de la comunidad muxe, un lugar en donde es aceptado que los hombres asuman el rol femenino e incluso puedan travestirse sin ser juzgados. Un filme inquietante y eficaz.

Inori, de Pedro González-Rubio (2012)

Producido por Naomi Kawase, Inori es un documental japonés, realizado por el mexicano Pedro González-Rubio que se revela como un buen ejemplo del cine contemplativo, el cual invita a la reflexión sobre el mundo de la vejez. Con sutileza y paciencia, el director registra la cotidianidad de un poblado enclavado en las montañas en Japón, el cual es habitado por ancianos que comparten sus costumbres y valores. El resultado es un viaje sensorial, casi un documento visual etnográfico que se impone a la realidad y logra convocar la empatía con sus entrañables protagonistas.

Halley, de Sebastián Hofmann (2012)

Fanático del cine de terror, Sebastián Hofmann se arriesga y crea un ensayo sobre la soledad y la muerte, a través de la historia de Alberto un guardia nocturno de un gimnasio que tiene que enfrentar una extraña enfermedad en la piel que lo va minando paulatinamente a grados terroríficos. Ante el auge de los zombies en el cine y las series de televisión, el personaje que ofrece este director es mucho más complejo a nivel existencial. 

Somos lo que hay, de Jorge Michel Grau (2010)

A todos perturbó el primer largometraje de Michel Grau, sobre todo porque se trató de una historia de caníbales en la Ciudad de México y que le valió su selección en el Festival de Cannes. De hecho fue tal el impacto que se ya se realizó un remake en inglés de esta historia con la dirección del estadounidense Jim Mickle. La película da cuenta de cómo se altera la vida de una familia a la muerte del padre, y cómo sus integrantes afrontan la angustia de conseguir carne humana para sobrevivir y celebrar sus ceremonias sangrientas. Más allá del terror, el interés del filme es explorar el tema de la descomposición familiar.

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