La isla que literal y literariamente enganchó al exilio
Los textos de Francisco Ayala, Pedro Salinas y Juan Ramón Jiménez presentados en el VI Congreso de la Lengua recuerdan su estancia en Puerto Rico
“Había una vez un escritor exiliado que buscaba la libertad. Desembarcó el primero de mayo de 1950 en una isla llamada del encanto como otros muchos peregrinos creadores”. Así recordaba Carolyn Richmond, viuda de Francisco Ayala y directora de la fundación del escritor español en Granada, el miércoles en el VI CILE la llegada del autor de “La cabeza del cordero” a San Juan hace más de medio siglo. Ayala cuyo cumpleaños se hubiera celebrado el mismo miércoles, llegó a Puerto Rico desde Buenos Aires y en la isla pasó siete fructíferos años. El peronismo le impulsó a tomar la decisión de abandonar Argentina donde había fundado y dirigido la prestigiosa revista “Realidad”, y una invitación del rector de la Universidad de Puerto Rico, Jaime Benítez, le trajo a la isla. Por ese centro universitario en Río Piedras pasaron en aquella “Edad de oro” desde el filósofo José Gaos hasta María Zambrano, Jorge Guillén, Salinas, Américo Castro, Eugenio Fernández Granell o Antonio Rodríguez Huescar.
El exilio español encontró en aquel centro y en la isla un espacio estimulante y amable, un lugar que impulsó su trabajo y encontraron sanadora calma. “Los años que Ayala pasó en Puerto Rico fueron un periodo de una gran fecundidad. Aquí impartió clases de Ciencia Política, creó el departamento de publicaciones y la revista La Torre, una de las más importantes del mundo hispano”, recordó el director de la Real Academia Darío Villanueva en la presentación de una edición facsímil de “Historia de Macacos”, libro que incluye una novela corta y cuentos y publicó Revista de Occidente originalmente en 1955 y que en España debido a la censura franquista no llegó a las mesas de las librerías y quedó guardado en sótanos.
En sus memorias “Recuerdos y olvidos” Ayala escribe que sus años en Puerto Rico fueron los más felices de su vida. “Aquí pudo aplicar sus conocimientos de derecho y sociología y además lo pasó regio”, apuntó Richmond. Villanueva recordó el contacto que Ayala mantuvo con el presidente Muñoz Marín modernizador de la isla, y su incidencia en fijar determinados conceptos constitucionales.
Ayala no fue el único en disfrutar y crear en la isla. En Puerto Rico Juan Ramón Jiménez logró recuperarse de una crisis y volver a trabajar con entusiasmo, y fue también aquí donde el poeta Pedro Salinas escribió El contemplado y a pesar de haber fallecido en EEUU fue enterrado en el cementerio de la Perla junto al mar Caribe. Ese momento de polinización, de intercambio y modernización en los cincuenta estuvo lleno de idas y venidas que trajeron a la isla en distintos momentos a Luis de Zulueta, a Francisco de Onís a Julián Marías, estableciendo una suerte de eje cálido para el exilio.
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