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DENIZ GAMZE ERGÜVEN | Directora

“Lorca supo contar como nadie historias de mujeres”

La cineasta turca optó al Oscar por Francia con su película ‘Mustang’

Gregorio Belinchón
La directora Deniz Gamze Ergüven, en Toronto, el 10 de septiembre de 2015.
La directora Deniz Gamze Ergüven, en Toronto, el 10 de septiembre de 2015. RICHARD LAUTENS (ZUMAPRESS)
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La sombra de Federico García Lorca es alargada. Tanto como para que se haya convertido en ingrediente del ecléctico cóctel de Mustang, debut en un largo de la cineasta turca Deniz Gamze Ergüven (Ankara, 1978), una de las películas de la temporada. Desde su estreno en el pasado festival de Cannes, Mustang ha ido de premio en premio, de certamen en certamen hasta llegar a ser finalista al Oscar por Francia.

Ergüven es, como su película, un producto de múltiples culturas. Turca criada en Francia, decidió hacer un filme sobre pandillas en Los Ángeles, ciudad donde vive con su hijo de un año. Pero no logró levantar la financiación y decidió, apoyada por el Atelier del festival de Cannes, donde se presentan múltiples proyectos, volver a su país natal y contar una historia más íntima, la de cinco hermanas huérfanas que son encerradas por sus tíos en la casa familiar en cuanto llegan las mayores a la pubertad. Algunas aceptan su destino, las pequeñas se rebelan contra una sociedad que vive con un pie en el siglo XIX y otro en el XXI. “Me parece terrible que Turquía, que aprobó el sufragio femenino en los treinta, ahora ponga en duda derechos básicos como el aborto. El partido del gobierno es ultraconservador y ultrarreligioso; el presidente Erdogan asegura que las mujeres deberían centrarse en procrear. Ni siquiera le parece bien que se rían en público”.

La creadora turca resume la situación de su país como “casi esquizofrénica”

La cineasta resume la situación turca como “casi esquizofrénica”. “Por un lado, mujeres y hombres que quieren vivir en libertad, y lo logran. Por otro, un patriarcado que asfixia esas ansias de independencia”. A continuación, Ergüven pormenoriza todo un listado de barbaridades dichas por miembros del Gobierno turco, declaraciones que le asustan.

Mustang nació del compromiso de Ergüven de mostrar “qué diferente es la vida aún hoy si naces hombre o mujer”. Y vale para cualquier parte del mundo. “Cuando estrenamos la película en Cannes, mujeres de todas partes me confesaron que lo mismo ocurre en otros países. Me sorprendió por ejemplo la situación en que viven las coreanas. ¿Sabes lo peor? Que a veces nosotras mismas nos resignamos a aceptar la discriminación. Me preocupa cómo la palabra feminismo está incluso mal vista en bastantes sitios. Y ahondaríamos en un dolor mayor si habláramos del trato a la mujeres migrantes, que llegan a Turquía desde Siria”.

Sin palabras francesas

 En la película no hay ni una palabra en francés, pero el dinero procede del país de crianza de Ergüven, que se declara agradecida por la apertura de miras francesa, que incluso la propuso para el Oscar. “Fue muy emocionante para mí que mi nación adoptiva me eligiera. Una alegría y una responsabilidad. Espero haber hecho todo lo posible por estar a la altura”.

Me preocupa que la palabra feminismo está mal vista en bastantes sitios

Como madre, quiere que su hijo —que ha vivido su primer año de aeropuerto en aeropuerto, “y se cree que los arcos detectores de metal son columpios”— crezca en un mundo mejor. “No porque sea chico debo dejar de lado mi lucha. Mustang habla a muchas mujeres porque se basa en noticias de periódicos, en cuentos tradicionales turcos, en el pasado cinematográfico francés de películas con adolescentes…”. Y en Las vírgenes suicidas, el filme de Sofia Coppola, y en La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca. “Leí un montón para preparar mi historia, incluso una biografía de Marilyn Monroe, y hablé con afganas para que me contaran sus vivencias. Todo sumaba en mi caldo de cultivo. Y por supuesto, Federico García Lorca. Un hombre que sabía contar como nadie historias de mujeres. He leído la obra y la he visto”.

A las hermanas su tío les cierra la única válvula de escape por la que expandían sus estallidos de libertad: el fútbol, un deporte que mueve a un montón de aficionadas en países islámicos tan distintos como Turquía o Irán. En la película conforman momentos de oasis en el drama rural. “Forman parte de mi ADN esos respiros. En la vida necesitamos esas risas, aunque vengan de algo tan masculino como el fútbol”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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