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La animación brasileña va a Hollywood

'El niño y el mundo', primera película con la que Brasil compite en esta categoría en los Oscar, es la punta del iceberg de una industria boyante

Fotograma de la película 'El niño y el mundo' (2015).

Cuando el director de El niño y el mundo —primera película de animación de Brasil que compite en la categoría de mejor largometraje de animación en los Oscar— dio la primera rueda de prensa de su vida era 2014, y se encontraba en la pequeña ciudad francesa de Annecy, rodeado de un grupo de periodistas internacionales. Eran "pocos y buenos" los allí presentes para cubrir el festival de cine de animación más importante del mundo. Y querían que Alê Abreu, cuyo Niño había acabado de conquistar el Cristal del largometraje, el mejor premio del evento, les respondiera: "¿Qué ha hecho crecer como la espuma a la animación brasileña?".

No era la primera vez que una película brasileña se llevaba la palma en Annecy. El año anterior, Luiz Bolognesi había atendido a la prensa para comentar Una historia de amor y furia, que en 2013 ganó el mismo premio que Alê Abreu. Ambos directores, Bolognesi y Abreu —hoy socios en la producción de sus próximas películas— tratan de explicar sus trabajos a la luz de lo que creen que hace crecer la animación brasileña: mentes creativas que cimientan sus películas en su país mediante esfuerzos constantes e individuales. "Nunca quisimos ser el brazo barato de la industria, como ocurre en otros lugares, como Corea del Sur o India, por ejemplo", dijo Abreu.

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La declaración la dio este cineasta de São Paulo, nacido en 1971, licenciado en Comunicación Social y que se estrenó en los largometrajes con Chico cósmico (2008), en la que fue la segunda rueda de prensa de su vida, organizada a toda prisa para atender al acoso de los periodistas un día después de que El niño y el mundo fuera nominada a los Oscar, cuya ceremonia se celebra el 28 de febrero. Para Abreu, Brasil —que lucha para plasmar su identidad en otros sectores, como la moda o la arquitectura— está muy cerca de alcanzar ese reto en el cine de animación. "Hoy en día, parece que las películas animadas sean plásticas y que todas las haya hecho a misma productora", dice, defendiendo la marca brasileña. En pocas palabras: "No es estándar, es de autor".

El niño..., que llegó al mundo en 2013, estuvo en cartelera en Brasil durante todo 2014, y hasta finales de 2015 —cuando se estrenó en Hollywood y empezó a circular entre los que mueven los hilos de los Oscar— se llevó 44 premios en 150 festivales por todo el planeta. Si has oído hablar de ella, agradéceselo a la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, ya que fue quien puso en el centro de la industria cinematográfica una de las películas más antiindustria que Hollywood ha permitido que entrara en la disputa por una estatuilla dorada. "El grito tuvo eco donde era necesario", declaró Abreu al blog Tela Tela, de la revista Carta Capital.

David contra Goliat

No se puede decir que todo Brasil y el director, muy suelto y simpático ante los periodistas hace un par de semanas en São Paulo, no tengan esperanzas de llevarse el Oscar, aunque el país sea consciente, de manera general, de que Inside Out ("Una película buena, pero no estupenda", dice Abreu sobre la producción de Pixar) es la gran favorita al trofeo. Puede ser —¿por qué no?— que El niño y el mundo, que solo tuvo un coste de producción de 500.000 dólares (poco para el género) —sin duda, la sorpresa de la categoría de animación este año, como bien ha definido la revista Indiwire— termine con la estatuilla. A fin de cuentas, tanto Abreu como GKids, la mayor distribuidora de películas de animación independientes de Estados Unidos, que tiene los derechos de distribución de la película y trabaja para llevarla a las salas de todo el país, harán "todo lo que se pueda".

De hecho, la empresa, que cuenta con un catálogo envidiable (incluye títulos como El cuento de la princesa Kaguya, Chico & Rita) y organiza el principal festival de cine infantil de Nueva York (el NY International Children’s Film Festival), está haciendo bien su trabajo. El niño y el mundo podría haber hecho campaña para entrar en los Oscar del año pasado (ya que la película se estrenó en 2014), pero GKids prefirió reservarla para el 2016, "porque los competidores de 2015, dentro de la propia distribuidora, eran más fuertes que los de este año", ha explicado Alê Abreu. Y de hecho, esta vez "se ha realizado el milagro", dice, y abre camino a que se produzcan más milagros. Aunque él no espera otra disputa que la de "un David de 500.000 dólares y un Goliat de 200 millones", explica, citando el poderío de Inside Out.

Una explosión de lirismo con mensaje social

El niño y el mundo tuvo 50.000 espectadores en 2014 en Brasil, donde se encontró con los eternos problemas del mercado local: pocos blockbusters en muchas salas y ningún interés comercial por la variedad. Por otro lado, lo vieron 120.000 personas en Francia —uno de los 90 países que compraron los derechos de exhibición de la película—, donde, además, se convertirá en una serie de televisión.

El largometraje es una explosión de lirismo que nació de la pasión de Alê Abreu por la música de protesta latinoamericana de Victor Jara, Violeta Parra y otros nombres fuertes de los sesenta y setenta. Lleno de color (casi psicodélico) como América Latina y con una música bellísima, como es de esperar, muestra a un niño que descubre el universo del trabajo y de las injusticias, pero también de la solidaridad, mientras recorre el mundo en busca de su padre, que tuvo que marcharse para encontrar sustento. Hecho con una mezcla de técnicas de animación, con predominio de un trazo simple, amoroso y contundente, no necesita diálogos para hablar con el corazón del espectador. Quizá por eso, a pesar de todo el lobby que se exige en Hollywood, ha conseguido romper la coraza de la Academia.

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