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Bogoshorts, el cine colombiano se cocina en formato corto

El festival de cortometraje más importante del país cumple 13 años homenajeando a Kafka, a Bugs Bunny y a la teoría de la Relatividad Desde su creación, acompaña a los creadores más prestigiosos de Colombia

Ana Marcos
Fotogramas de algunas de las secuencias del cadáver exquisito que planea Bogoshorts
Fotogramas de algunas de las secuencias del cadáver exquisito que planea Bogoshorts

El nuevo siglo se inauguró en Colombia con, entre otras cuestiones, una ley de cine que cambió el sector y ayudó a geolocalizar el país en las salas del mundo. En ese mismo momento, en 2003, un grupo de amigos comenzó un ciclo de cortos en Chapinero, uno de los barrios más creativos de Bogotá. Estaban convencidos de que este género, sin necesidad de entregarse a las leyes del mercado, no era solamente un trampolín al largometraje, sino un fin en sí mismo. Durante 10 años, en el In Vitro se exhibieron y premiaron las creaciones de realizadores que cumplieran con ese requisito de "juventud de pensamiento, no solo de edad", explica Jaime Manrique, el responsable de que en 2013 el proyecto se convirtiera en Bogoshorts, uno de los festivales de cortometraje más importantes de América Latina, avalado por el certamen Clermont-Ferrand, considerado el más relevante del mundo en esta categoría.

Del 9 al 15 de diciembre, en 12 escenarios de la capital colombiana, cerca de 25.000 espectadores -según la previsión de la organización- podrán disfrutar de 350 cortos gratis, a excepción de dos salas, la Cinemateca distrital y el Tonalá, donde las entradas cuestan menos de un dólar (entre 2.500 y 3.500 pesos colombianos). "El objetivo es que el festival sea una ventana no solo al corto colombiano, sino también al que se hace en todo el mundo", dice Manrique. Por eso, en la 13º edición de Bogoshorts compiten 122 trabajos de 35 países por hacerse con la estatuilla Santa Lucía, la virgen de los cineastas -"se necesita fe para hacer cine en Colombia", es uno de los lemas de la organización-, de los más de 3.600 que se recibieron de 112 países. Las películas se dividen en diversas categorías previa selección de un equipo de 15 comisarios: animación, ficción, el documental, el cine experimental y el videoclip. "Incluimos esta última categoría porque nos hemos dado cuenta de que es uno de los universos donde nacen muchos buenos creadores", apostilla.

Durante estos 13 años el festival ha sido testigo y parte de la evolución del cine colombiano. "Hemos estado al lado de realizadores como Jorge Forero [Violencia], Ciro Guerra [El abrazo de la serpiente, premiada en Cannes] o Jorge Navas [La sangre y la lluvia]", relata, "el 95% de los directores que en este momento están sonando en el mundo proyectaron sus primeros trabajos en In Vitro Visual y luego en Bogoshorts". Manrique aclara que no solo se trata de números, la diversidad de géneros que acoge el certamen muestra cómo la creación en el país no está acotada al cine social, sino que "va más allá y explora el lenguaje cinematográfico a un nivel mucho más amplio con intención de conectar con el público".

Lo más destacado de esta edición

  • Exposición en el Planetario sobre el acelerador de partículas
  • 75 años de Bugs Bunny: evolución de un personaje esencial en la cultura mediática. Conferencia sobre su importancia en la cultura latinoamericana
  • Ciclo sobre máquinas y viajes en el tiempo con motivo del aniversario de la Teoría de la Relatividad
  • Homenaje a Kafka por el centenario de La Metamorfosis

Este caldo de cultivo en el que se ha convertido el cortometraje ha permitido que Colombia arañe posiciones hasta acercarse a Argentina y México, las dos grandes potencias del cine en la región. "Los últimos cinco años han sido muy importantes", plantea, "en 2014 Simón Mesa se hizo con la Palma de Oro en Cannes con su corto Leidi y los cortos colombianos han llegado a los principales festivales internacionales". En esta carrera de fondo, el responsable de Bogoshorts ve una carencia: la necesidad de que el corto sea capaz de mirar a sus vecinos y a España en busca de coproducciones que compartan códigos culturales para conectar historias. "Para intentar ayudar al sector hemos creado este año la sección Conexiones para mostrar lo que se está haciendo en nuestro entorno más cercano".

Son este tipo de iniciativas las que convierten al festival no solo en un escaparate, también en una plataforma divulgativa y educativa para que los creadores y el público puedan conocer mejor este género. "Tenemos un problema en los medios, el cortometraje no es un formato sencillo de divulgar", opina, "además, aunque la ley de cine de Colombia prevé que los cortos se exhiban en las salas, los que llegan no son los de mejor calidad". En su labor formativa han creado el movimiento Bogoshorts. El certamen no se restringe al calendario oficial, sino que se amplía durante todo el año con sesiones semanales en la sala alternativa Tonalá de la capital a la que acuden unas 500 personas cada martes. Además, se van de gira por 25 ciudades de Colombia y otros 10 países "tratando de explicar qué pasa con el corto colombiano". 

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura. Forma parte del equipo de investigación de abusos en el cine. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional, además de participar en la fundación de Verne. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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