Del Paso y Vallejo relucen en la Feria del Libro de Guadalajara
El escritor mexicano, Premio Cervantes 2015, y el tempestuoso colombiano dan brillo a la primera jornada de la Feria del Libro
El Auditorio Juan Rulfo se puso de pie, el sábado por la tarde, para aplaudir a un escritor de 80 años con una americana multicolor. Fernando del Paso jamás defrauda a la estética. El anciano más pop de la literatura en lengua española correspondió al amor del público de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la ciudad donde vive, haciendo el esfuerzo de erguirse de la silla de ruedas, sonriendo con su pelo cano y con su barba blanca de Capitán Ahab que ya ha cazado todas las ballenas.
El homenaje a Del Paso por el Premio Cervantes 2015 fue el acto más emotivo de la primera jornada de la gran feria. Pero no el más ruidoso. Al tiempo se celebró al lado del auditorio una mesa sobre el nuevo fenómeno de los candidatos independientes en la política mexicana. Mientras en una sala se glosaba la delicadeza de Del Paso, desde la otra llegaban los vítores a un aspirante a la presidencia de la nación que se hace llamar El Bronco, Jaime Rodríguez El Bronco. Y en una tercera sala pegada a estas dos, he aquí la riqueza, la loca diversidad de la feria del libro más grande de Iberoamérica, el colombiano Fernando Vallejo presentaba su novela ¡Llegaron! (Alfaguara), lanzaba denuestos contra los papas Juan Pablo y Francisco y, de propina, adentrándose al mundo de las Ciencias Naturales, le arreaba una bofetada a Charles Darwin, tal vez su cuota satírica hacia Reino Unido, el país invitado en esta edición de la feria: “No sabía que venimos de un óvulo fecundando por un espermatozoide. Eso se supo después de su muerte. ¿Cómo iba a escribir un libro titulado El origen de las especies sin saber eso?”.
Una isquemia le mordió el habla hace tres años a Fernando Del Paso y aunque la recupera con esfuerzo la tiene mellada. Por eso en el acto en su honor apenas dijo unas palabras de agradecimiento. Antes se había proyectado un vídeo en el que aparecía con unas simpáticas gafas de montura violeta animando a la lectura en jerga mexicana: “Es muy chido y muy padre estar leyendo toda la vida”.
Fernando Vallejo recordó la grandeza del autor de 'Pedro Páramo': "Juan Rulfo es el único que sigue vivo de verdad en México"
Mientras tanto, Vallejo contaba por qué con ¡Llegaron! ha vuelto a escribir sobre sus primeros años de vida. “No puedo dejar de ir a mi infancia porque si no me desintegro. Es lo único que tengo, los recuerdos de mis abuelos, de mis hermanos, de los que se murieron, de los que me acompañaron en mi niñez y de la música que yo oía; de los boleros que oía, de las rancheras, de las milongas, de los pasodobles que oía. En eso tengo apuntalada el alma”, dijo el escritor, nacido en Medellín en 1942 y residente desde hace décadas en México. Fernando Vallejo habla en público de una manera particular, con la cabeza entornada hacia abajo como si tuviese escrito su discurso debajo de la barbilla, pero sin leer nada, elaborando sus ideas sobre la marcha con una brillantez y un sentido del humor que transcritas como vienen y encuadernadas podrían salir a la venta en las librerías al día siguiente. Lo acompañaron el escritor Jorge Volpi y la editora Pilar Reyes, que le preguntó por el arte del diálogo literario. Ahí Vallejo se refirió a cómo Juan Rulfo fue capaz en Pedro Páramo de poner a hablar a los muertos, y dejó una frase lapidaria relacionando la violencia que sufre México con el mundo de muertos vivientes del genio mexicano, fallecido en 1986: “Rulfo es el único que sigue vivo de verdad en México”.
Seguía el rebumbio del acto político. Seguían cayendo elogios a Del Paso en la otra sala. “Su talento no conoce límite”. “Autor de Noticias del Imperio, novela suprema de las letras mexicanas”. “Poeta en prosa”. Otro elogio llegó vía Twitter. El escritor mexicano Álvaro Enrigue (Premio Herralde 2013 con Muerte súbita, Anagrama) posteaba sendas fotos de Del Paso y Leo Messi con trajes estrambóticos y escribía en un guiño divertido al maestro: “Dos cracks. Un diseñador”.
En la otra punta del triángulo, Vallejo, solidario con el discurso de la matinal de Enrique Vila-Matas, premio FIL 2015, arremetía contra la novela clásica escrita en tercera persona. Después se abrió el turno de preguntas. Un asistente le estaba planteando algo relacionado con el “amor erótico” y de repente sonó el teléfono de Fernando Vallejo, repicando como un grillo intenso. El escritor lo apagó y pidió disculpas. En Guadalajara, capital de Jalisco, tierra de los espectros de Pedro Páramo, lo más probable es que fuera una llamada de Juan Rulfo desde alguna casa en ruinas de Comala con buena cobertura.
Rushdie invoca a Sherezade "frente a la brutalidad"
Salman Rushdie dedicó este domingo su conferencia en Guadalajara a loar la figura literaria de Sherezade, la protagonista de Las mil y una noches. "Considerémosla una estatua de libertad hecha de palabras", dijo el escritor indio-británico. "Pensemos en ella como un frente contra la brutalidad".
En la liberalidad, la "amoralidad" de las antiguas fábulas orientales, que considera "absolutamente modernas", Rushdie encuentra referentes de ilustración que pueden servir de antídoto ante el fanatismo, la sombra siempre presente en el su mundo desde que en el día de San Valentín de 1988 el ayatolá Jomeini ordenó una fetua contra él por su libro Los versos satánicos, considerado por los clérigos iraníes una ofensa al islam que sólo podría pagar con su cabeza.
Guadalajara es un lugar especial para Rushdie. En 1995 la visitó por sorpresa para presentar El último suspiro del moro. En aquel momento estaba en plena vigencia su condena a muerte. Veinte años después, regresó para dar la conferencia inaugural de la FIL. Después de que Silvia Lemus, viuda de Carlos Fuentes, buen amigo en su día de Rushdie, le entregase una medalla al escritor, el antaño objetivo prioritario del islamismo radical, ahora bajo un grado de amenaza menor, habló ante la atestada sala principal de la feria, un acontecimiento cultural en el que los grandes escritores son esperados como estrellas del rock.
"Mis recuerdos de 1995 están un poco nublados por el tequila que tomé, pero fue una gran visita", bromeó Rushdie antes de arrancar su extenso discurso sobre “el poder de lo fantástico”, en el que reivindicó el aprendizaje que se puede obtener de fábulas como las de Sherezade. “Lo fantástico enriquece nuestra realidad, no nos hace escapar de ella. Nos lleva a un mundo mucho más rico. Lo fabuloso se inyecta en lo real para hacerlo más vivo y, extrañamente, más verdadero”.
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