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Rushdie invoca a Sherezade

El escritor reivindica las fábulas orientales frente a la brutalidad

Pablo de Llano Neira
Silvia Lemus, viuda del escritor Carlos Fuentes coloca una medalla como reconocimiento al escritor Salman Rushdie por su participación en la Apertura del Salón Literario de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2015.
Silvia Lemus, viuda del escritor Carlos Fuentes coloca una medalla como reconocimiento al escritor Salman Rushdie por su participación en la Apertura del Salón Literario de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2015.Saúl Ruiz

Salman Rushdie dedicó ayer su conferencia en Guadalajara a loar la figura literaria de Sherezade, la protagonista de Las mil y una noches. “Considerémosla una estatua de libertad hecha de palabras”, dijo el escritor indio-británico. “Pensemos en ella como un frente contra la brutalidad”.

En la liberalidad, la “amoralidad” de las antiguas fábulas orientales, que considera “absolutamente modernas”, Rushdie encuentra referentes de ilustración que pueden servir de antídoto ante el fanatismo, la sombra siempre presente en el su mundo desde que en el día de San Valentín de 1988 el ayatolá Jomeini ordenó una fetua contra él por su libro Los versos satánicos, considerado por los clérigos iraníes una ofensa al islam que sólo podría pagar con su cabeza.

Guadalajara es un lugar especial para Rushdie. En 1995 la visitó por sorpresa para presentar El último suspiro del moro. En aquel momento estaba en plena vigencia su condena a muerte. Veinte años después, regresó para dar la conferencia inaugural de la FIL. Después de que Silvia Lemus, viuda de Carlos Fuentes, buen amigo en su día de Rushdie, le entregase una medalla al escritor, el antaño objetivo prioritario del islamismo radical, ahora bajo un grado de amenaza menor, habló ante la atestada sala principal de la feria, un acontecimiento cultural en el que los grandes escritores son esperados como estrellas del rock.

“Mis recuerdos de 1995 están un poco nublados por el tequila que tomé, pero fue una gran visita”, bromeó Rushdie antes de arrancar su extenso discurso sobre “el poder de lo fantástico”, en el que reivindicó el aprendizaje que se puede obtener de fábulas como las de Sherezade. “Lo fantástico enriquece nuestra realidad, no nos hace escapar de ella. Nos lleva a un mundo mucho más rico. Lo fabuloso se inyecta en lo real para hacerlo más vivo y, extrañamente, más verdadero”.

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