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Un estallido de rabia contra la injusticia

El Teatro Real estrena este lunes ‘Rigoletto’ con Leo Nucci en el papel de un Verdi incómodo

Leo Nucci en el escenario del Real durante una escena de 'Rigoletto'.
Leo Nucci en el escenario del Real durante una escena de 'Rigoletto'. Javier del Real

Cuando esta producción de David McVicar vivía su ensayo final antes del estreno en 2001 en el Covent Garden, llegaron noticias a Londres de que un avión se había estrellado contra una de las torres gemelas de Nueva York. Con lo que solo era el principio de un día terrible retransmitido en directo por las televisiones del planeta, el director de escena supo de una manera más clara que su Rigoletto tenía que ser “un estallido de rabia contra la injusticia y el carácter inhumano del hombre en un entorno corrupto que crece como un cáncer. En estos días, aquel montaje llega al Teatro Real de Madrid con Leo Nucci encarnado al deforme antihéroe para quedarse durante 16 funciones hasta el 29 de diciembre.

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En su momento, cuando Verdi estrenó la ópera en Venecia en 1851, la crítica la tildó de “repugnante inmoralidad”. Era de esperar: Verdi, cansado de alentar a los italianos para que lograran la unificación, decidió analizar las virtudes y los vicios de esa nueva sociedad italiana naciente. Igual que en La Traviata retrata a la alta sociedad como habituales de un burdel o en Stiffelio provoca el escándalo en la Iglesia con homicidio de por medio, aquí narra una historia de un hombre deforme que quiere proteger a su hija de un mundo horrible, lo que le valió que el libreto estuviera prohibido durante ocho años. “Verdi critica los vicios de esa sociedad que se está formando, pero también resalta sus virtudes, igual que en Rigoletto las flores pueden nacer en el fango. Lo que queda es dejar que esas flores en el barro puedan crecer”, cuenta Nicola Luisotti, que aquí ejerce de director musical.

Este montaje, que llega después de casi 15 años desde su estreno londinense, se basa en una plataforma giratoria donde conviven, separados por un muro, dos mundos. “Por un lado está el mundo del Duque de Mantua, brillante pero también decadente y al borde de derrumbarse. Al otro, un basurero subterráneo que vive de lo que desecha el mundo del Duque donde está la casa de Rigoletto”, cuenta Justin Way, encargado de que todos los detalles de esta reposición sean fieles al planteamiento de McVicar. Es el enfrentamiento del Duque, rey de un mundo “de placer sexual insaciable con poder absoluto sobre la vida y la muerte” y un Rigoletto caracterizado como un insecto que es casi milagroso que siga vivo.

El veterano cantante italiano Leo Nucci encabeza a los cantantes que encarnan a Rigoletto, con más de 500 asunciones del rol en su carrera. El obsesivo papel del Duque de Mantua estará encabezado por Stephen Costello y la “flor en el lodo”, Gilda, hija de Rigoletto, estará encarnada por Olga Peretyatko.

En esta ópera, que se presenta en una versión sin cortes, algo que es poco habitual, flota en la escena un aire a pintura de Caravaggio. Luz y tinieblas para una obra que Verdi escribió en tres semanas y armonizó en tan solo unos días, y que fue vista como una provocación clamorosa a la sociedad italiana. “Verdi deseaba que el público amara su música, que su música fuera tan atrayente para el que la escuchara como para que, a través de ella, acepte un texto que habla de cosas horribles”, concluye Luisotti.

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