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La infelicidad de la vuelta al hogar

Irene Escolar protagoniza 'Un otoño sin Berlín', el debut en el largometraje de Lara Izagirre

Rocío García
La actriz Irene Escolar (izquierda) y a la directora Lara Izaguirre.
La actriz Irene Escolar (izquierda) y a la directora Lara Izaguirre.xavier torres-bacchetta

No todas las vueltas a casa son felices. No siempre uno encuentra aquello que dejó y tal y como lo dejó. Nunca es tarde para aceptar y asumir lo que somos y lo que son la gente de nuestro alrededor. Todo esto le sucede a June, la protagonista de Un otoño sin Berlín, el debut en el largometraje de Lara Izagirre que cuenta con el protagonismo de Irene Escolar. Un otoño sin Berlín se proyectó en el último Festival de Cine de San Sebastián, donde Irene Escolar , que ha estado muy involucrada desde el principio en el proyecto, recibió un mención especial del jurado de la sección en la que se presentó por su trabajo en el filme que llega hoy a las pantallas de cine.

El guion de Un otoño sin Berlín lo tenía escrito Lara Izagirre desde 2011 –“está verde, pero tiene alma”, le dijeron en la productora sobre la primera versión-. Fue en octubre de 2014 cuando comenzaron a rodar en Amorebieta (Vizcaya), la localidad natal de la directora, buscando también esos paisajes otoñales, tan presentes en el filme y que marcan de alguna manera las raíces de esa joven que regresa, tras una larga temporada en el extranjero, a buscar de nuevo su hogar físico y emocional. Será una vuelta dolorosa porque se tendrá que enfrentar a su familia y a su primer amor en un intento de restablecer lazos rotos.

Es el primer trabajo protagonista de Irene Escolar en el cine, una actriz ya muy consolidada en el mundo teatral. “No sé muy bien porqué pero esa historia, cuando la leí en el guion, conectó con algo muy personal mío . Yo también sentí que tenía alma esa historia y que había algo dentro de ella que me impactaba. Lo viví como un reto y una oportunidad para hacer un papel como éste, un papel femenino que sale en el 95% de los planos de la película. No es fácil que te ofrezcan personajes como éste”, dice la intérprete, que estos días representa en el Teatro de la Abadía El público, la obra de Lorca que dirige Álex Rigola.

La conexión que se ha creado entre directora y actriz es evidente. En un encuentro con las dos, realizado en el curso del Festival de San Sebastián, se nota desde el primer momento que hay algo muy latente entre ambas, que comparten sentimientos y reflexiones similares a la hora de afrontar el trabajo. “Con muchas de las cosas que le ocurren a June en el filme me siento muy identificada. Nos encontramos las dos en un mismo punto, nos sentíamos un poco perdidas y también en la búsqueda de qué queríamos hacer, cómo lo queríamos hacer. Compartimos una necesidad creativa. Desde el primer encuentro hubo algo que nos conectó. A veces, esas cosas mágicas pasan”, explica emocionada Escolar ante este personaje que tiene mucho de la propia personalidad de la directora. “Lara, de alguna manera, fue descubriendo junto a los actores y el equipo, todo lo que ella había plasmado en esa historia tan personal”, dice la actriz. La directora asiente: “He descubierto que uno no puede retener a la gente que quieres a tu lado, que hay que dejarla que se vaya, que cada uno es como es y cada uno tiene su camino. Es tan difícil querer a una persona diferente y aceptarla tal y como es. La película me ha ayudado a cerrar cosas dolorosas que yo tenía todavía abiertas y de alguna manera he dado carpetazo a una etapa de mi vida”.

Un otoño sin Berlín, que cuenta también con la participación de Tamar Novas, Ramón Barea, Naiara Carmona y Mariano Estudillo, contó con la implicación, no solo de Irene Escolar, sino de todo el equipo artístico. “Le dimos la vuelta a las escenas entre todos, discutimos, cambiamos, nos hacíamos muchas preguntas, hicimos asambleas en mi casa, amigos que también opinaban, todo ha sido muy activo”, explica la directora. “Yo misma fui descubriendo muchas cosas de mi personaje rodando el filme, de porqué June no quiere estar ahí, de que ella quiere y necesita volar sola. Fue también algo catártico a nivel personal. Hablamos mucho de nuestras familias, de los silencios y la incomunicación, de la valentía de decir lo que uno siente”, añade la actriz, que ha encontrado en Antón Chéjov explicaciones y claves a esta historia tan doméstica y universal: “La gente come, no hace otra cosa más que comer, mientras se van forjando sus destinos felices o van destruyendo su futuro”.

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