El mexicano Juan Villoro, premio de Excelencia José Emilio Pacheco
El escritor, traductor y ensayista recibirá el galardón el próximo 12 de marzo en la Feria Internacional de la Lectura de Yucatán
Ocurrió en la Feria del Libro de Guadalajara en 2009. Cuando José Emilio Pacheco ganó el Premio Cervantes de Literatura, Juan Villoro contó a EL PAÍS una anécdota sobre una ruta perdida y un poema. “Un día iba yo a casa de José Emilio Pacheco y me di cuenta de que me había olvidado la dirección. Entonces, recordé un poema en el que Pacheco habla del escritor Juan García Ponce, que había padecido una larga y grave enfermedad, y lo compara con un árbol que hay afuera de su casa”. El autor mexicano buscaba la casa del poeta y la halló, todo gracias a esos versos. “Eso explica el grado de cercanía que tiene su poesía, es un mapa para llegar a su propia casa”. Pacheco murió casi cinco años después. Y, anteayer, Villoro (Ciudad de México, 1956) ha ganado un premio que lleva el nombre de aquel, que le será entregado el próximo 12 de marzo de 2016, en Yucatán.
Decía el propio Pacheco que el ensayista y periodista Carlos Monsiváis, fallecido en 2010, era “el único escritor al que la gente reconoce por la calle”. Quizá el equivalente actual sería, sin duda, Juan Villoro. Sus aforismos sobre la vida y la literatura, sus aventuras en el teatro (como el monólogo Conferencia sobre la lluvia) o su pasión por el fútbol reflejada en Dios es redondo, le han convertido en uno de los intelectuales de referencia en el México de 2015 y en uno de los herederos naturales de la brillante generación de escritores mexicanos del siglo XX.
El Premio Excelencia en las Letras fue creado en 2013 y su primer ganador fue José Emilio Pacheco, Tras su muerte, el 26 de enero de 2014, se decidió que el galardón, dotado con 100.000 pesos (unos 6.000 dólares) pasara a llevar su nombre. Los anteriores ganadores han sido Elena Poniatowska y Fernando Del Paso.
Decía Pacheco que el también fallecido Carlos Monsiváis es “el único escritor al que la gente reconoce por la calle”. Quizá el equivalente actual sería Juan Villoro
Hace menos de un año, en una charla electrónica con los lectores de este periódico, Villoro a diferencia de otros escritores, llegó y solo pidió acercarse a un teclado. Con la mirada clavada en la pantalla, respondió con paciencia una veintena de preguntas de curiosos. Algunas con ironía (-“¿Qué le preguntaría a Juan Villoro?” -“¿Por qué insistes en seguirme?”-); otras con reflexión. Una de ellas, sobre el futuro de la industria editorial, tocada por la revolución digital. “El futuro editorial no será de los tiburones, sino de las sardinas y los salmones”.
El premio que le ha sido otorgado recuerda que se ha convertido en un escritor al que sí, siguen muchos de sus lectores, y le persiguen ya sea en editoriales “tiburones” o en las pequeñas, que son “salmones”. Y la naturaleza la entiende bien. En una entrevista con la revista Gatopardo, reconoció: “Como no soy filósofo, sino escritor, soy fácilmente chismoso. Contar historias singulares, meterte donde no debes”.
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