El Chapo TV
México asiste en tiempo real a una serie cuya trama no idearía ni el mejor guionista
El programa de televisión que todo México está viendo es una serie transmitida en tiempo real y cuyo argumento se centra en la fuga y persecución de Joaquín el Chapo Guzmán. La serie aparece y desaparece de nuestros televisores sin coming soon ni lógica alguna. Hay capítulos que apenas y duran una declaración de prensa, y hay otros que se alargan hasta que acaba la balacera. Es una serie delirante. En el último episodio que fue difundido, por ejemplo, las autoridades mexicanas dan con un mono y éste los lleva al refugio de donde el Chapo se vuelve a escapar. Desde el primer episodio —la noche del sábado 11 de julio, cuando el capo huyó por segunda vez de un penal de máxima seguridad— se nos ha dado a entender que la del Chapo es la fuga más descabellada del siglo: el túnel de 1.5 kilómetros, la motocicleta sin neumático delantero con la que el capo lo recorrió, el pájaro muerto que fue encontrado en la celda, el Presidente y el ministro de Gobernación de viaje por Francia, el Chapotour por el túnel y por el penal. Puro trending topic. México, lo digo riendo, ha revolucionado las series.
Por eso no sé qué contestarle al colega español que me ha preguntado si una serie al estilo Narcos, la serie del momento en Netfilx, sería una buena idea para contar cómo fue que el Chapo se abrió camino a balazos. Narcos es la versión gringa sobre el famoso narcotraficante Pablo Escobar. Yo dejé de ver la serie a mitad del camino; no aguanté esa voz en off del agente de la DEA. Pero leí una interesante reflexión del escritor Jorge Volpi y él piensa que Narcos es un intento que se aprovecha de un tema que inquieta cada vez más a los estadounidenses. “Al final —escribe Volpi—, sólo aporta su punto de vista en un ejercicio que apuntala la figura de Escobar como mito contemporáneo, pero que no se detiene a revelar que la culpa de que existan monstruos como él es de ese mismo país que dicta nuestra absurda prohibición de las drogas mientras sus habitantes se entretienen cada noche con la perversidad del capo”.
Por lo pronto, le diré a mi colega español que Pablo Escobar era analógico y que el Chapo Guzmán es digital, y que a esa velocidad en nuestra serie en tiempo real suceden cosas como:
Pablo Escobar era analógico y el Chapo es digital; su historia, puro trending topic, sucede a toda velocidad
Una televisora transmite el mismo video de la fuga del Chapo que las autoridades mexicanas, sólo que esta vez ese video trae audio. Además del rotomartillo con el que abren un boquete a la celda, y que debe escucharse hasta Japón, también se oye una canción que al Chapo le queda perfecta para esa noche: sigue siendo el rey, con dinero o sin dinero. Mientras la televisora empuja al Presidente a otra crisis de credibilidad (las autoridades habían negado que existiera video con audio), la DEA filtra la versión de que hace dos semanas, el 10 de octubre, el Chapo se escapó de un operativo comandado por la Marina y que, en la huida por la montaña, el capo se lesionó una pierna y sufrió una herida en la cara. (No te preocupes, le diré a mi colega español, los mexicanos tampoco entendemos cómo es que nuestro gobierno y la DEA saben que el Chapo está herido. ¿Hay fotos? ¿Hay video? ¿Nos están preparando para mostrar su cadáver?).
Mientras la DEA le da otro golpe al Presidente, al Comisionado nacional de seguridad le preguntan en una aburrida conferencia de prensa qué sabe sobre las lesiones del capo; el Comisionado pone cara de estar escuchando una narco ficción y descarta la historia. En la siguiente escena, la oficina que le paga su sueldo, la Secretaría de Gobernación, emite un boletín junto con la Marina y la Defensa Nacional aceptando que, como dice un corrido, se les peló el Chapo Guzmán. Todo eso sucede mientras la prensa publica que, en plena sierra, vieron al Chapo trepado en un Mustang rojo. Que se sabe que el Chapo se lastimó la cara y se fracturó la pierna porque los escoltas del capo se lo llevaron cargando. O que Botas, el mono que hace tiempo le regaló el Chapo a sus dos hijas pequeñas, fue el que llevó a la Marina y al Cisen, nuestro FBI tercermundista, a dar con el escondite del capo, sólo que éste ya se había ido. De lo que apenas y se habla es que atrás de este narco show hay miles de personas desplazadas: en la supuesta búsqueda, las autoridades mexicanas están arrasando pueblos enteros.
Todo esto dice más sobre el Chapo que lo que pueda escribir el mejor guionista de Netflix.
Alejandro Almazán es autor de El más buscado (Grijalbo, 2012).
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