Hasbún: “Entre Messi y Ronaldo, elijo al Pibe Valderrama de mi infancia”
El escritor boliviano contesta al carrusel de preguntas de este diario
La edición en castellano de la revista británica Granta eligió en 2010 al boliviano Rodrigo Hasbún (Cochabamba, 1981) como uno de los 22 mejores escritores en español menores de 35 años. Hasbún, entonces de 29, fue el autor más joven de la lista y el único de Bolivia. Los afectos, su segunda novela —que publicó este año en España—, tiene como protagonista a Hans Ertl, colaborador estrecho de Leni Riefenstahl, la cineasta oficial del régimen nazi, quien se trasladó a La Paz junto a su familia tras la Segunda Guerra Mundial.
¿Con quién le gustaría sentarse en una fiesta?
Con Bolaño a sus veintitantos. Con Cassavetes y Jarmusch a sus veintitantos. Con Wislawa Szymborska a sus veintitantos. Con Beckett y Kafka a sus veintitantos. Cuando no eran todavía lo que fueron luego, aunque ya se les empezara a notar.
¿Messi o Cristiano?
Me gana la nostalgia: entre Messi y Ronaldo, el Pibe Valderrama de mi infancia.
¿A qué personaje literario se asemeja?
En los días malos soy idéntico a Gregorio Samsa, el protagonista de La metamorfosis.
¿Qué libro le cambió la vida?
Menciono dos entre varios otros: el Diario de Kafka y Los detectives salvajes de Bolaño. En los momentos justos, cuando todavía predominaba la incertidumbre, transformaron mi forma de mirar hacia los otros y hacia mí mismo.
Respecto a su trabajo ¿de qué está más orgulloso?
De los libros que escribiré dentro de 20 años.
¿Qué libro le hubiese gustado haber escrito?
El gran cuaderno de Agota Kristof. La edad de hierro de Coetzee. Los adioses de Onetti. Son libros chiquititos pero fulminantes, dañinos y luminosos por partes iguales.
¿Cómo fue su primera borrachera?
Sucedió en el auto de uno de mis hermanos, dando vueltas por la ciudad. A medida que mi amigo Gargui y yo vaciábamos las latas de cerveza me puse más y más temerario al volante, y el asunto terminó en un accidente atroz. Luego nos inventamos una historia, más bien inverosímil, que sin embargo todos creyeron. Incluía a un ciclista suicida al que debí esquivar para salvarle la vida.
¿A qué edad se dio cuenta de que quería ser escritor?
A los 17. Había leído poco, y casi no había escrito nada, pero el descubrimiento sucedió contundentemente, de un segundo a otro, y lo asumí de inmediato con la felicidad del que encuentra un fajo de billetes en su jardín.
¿Cuál es el último libro que le hizo reír a carcajadas?
Suelo reír poco con los libros, no es algo que espere de ellos. Pero hace un par de meses En medio de extrañas víctimas, del mexicano Daniel Saldaña París, me arrancó varias carcajadas muy gratas.
¿Qué significa ser un escritor?
Significa, quizá, vivir narrativamente, todo el tiempo intentando darle una forma a la experiencia de los otros y a la experiencia propia. Significa también creer absurdamente en el consuelo que puede ofrecernos una historia cualquiera.
¿Qué libro regalaría a un niño para introducirlo en la literatura?
Lo llevaría a una librería, o le mostraría mi biblioteca, y dejaría que él eligiera por cuenta propia, dejándose guiar por el puro instinto. Me gusta creer que la mejor manera de llegar a los libros es así, un poco a solas.
¿Qué cambiaría de usted mismo?
Me obligaría a aprender algunas cosas. A saltar en las piscinas sin pensarlo tanto antes (a veces durante horas o días). A no imaginar a cada rato lo peor. A hablar, algo que todavía no sé cómo hacer.
¿Cuándo fue más feliz?
Entre los 15 y los 16, sobre todo porque supe entonces lo que era la verdadera amistad.
¿El mejor regalo que ha recibido?
Una serenata de mis compañeros de curso, poco después de que nos graduáramos de colegio. Aunque no lo sospechábamos, todo estaba a punto de cambiar radicalmente para nosotros. Me gusta pensar esa noche como el fin de los días más felices.
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