El ‘portuñol’ de la frontera de Uruguay y Brasil busca romper su exclusión
Un grupo de intelectuales quiere que la Unesco declare Patrimonio Inmaterial al dialecto
Apenas una calle separa a las ciudades de Santana do Livramento y Rivera, en una frontera difusa entre Brasil y Uruguay. Un grupo de historiadores, artistas y lingüistas de ambas regiones ha organizado un ciclo de conferencias en el lado uruguayo para iniciar un proceso que, en principio, parece quijotesco: postular al portuñol, una forma de expresión que está a medio camino entre el portugués y el español, como Patrimonio Cultural Inmaterial ante la Unesco. “El portuñol es el lenguaje de la frontera. Muchas veces un brasileño del sur te está hablando y parece que es un uruguayo”, cuenta Eduardo Palermo, historiador de 52 años, uno de los abanderados de la postulación. “El problema es que esta forma de expresión siempre es discriminada.”
Diccionario breve de portuñol
Atenti: atención; atenção.
Camiáu: camión; caminhão.
Dispôs: después; depois.
Ingatado: enamorado, enganchado; apaixonado.
Liña: frontera, línea divisoria; linha divisoria, fronteira.
Pasaye: pasaje; passagem.
Ratiño: ratito, momentito; um pouco de tempo.
Séstia: siesta; sesta.
Shinéla: chancleta; chinelo.
Yeladera: heladera, nevera; refrigerador.
Cuando un riverense o un santanense pasa la calle que divide ambas ciudades, no cambia automáticamente su forma de hablar. Y quienes no hablan portuñol tienen el oído familiarizado con sus sonidos. “Pasáme una sía”, “vou passar a plancha”, “busco un kilo de laranya”, “dame este biscoito”. Cualquier habitante de la frontera sabe que alguien pide una silla, que va a planchar, que quiere comprar naranjas o una galleta.
“Por mucho tiempo, el que hablaba portuñol sentía vergüenza”, asegura Julio Piastre, de 47 años, uno de los coordinadores en Rivera de los centros del Ministerio de Educación y Cultura. “Antes se tenía por una especie de enfermedad, una dislexia. Nosotros queremos defender el orgullo de hablarlo”, enfatiza. Para que la Unesco lo declare como patrimonio de la humanidad, primero tiene que hacerlo el Gobierno uruguayo. El ciclo de conferencias “Jodido bushinshe [qué tremendo relajo]. Del hablar al ser”, que comenzó el pasado viernes y se dictará hasta noviembre, busca crear “una masa crítica” y producir bibliografía para apoyar la propuesta.
Uruguay es, junto a México, Chile y Argentina, uno de los cuatro países de mayoría hispanohablante que no especifica un idioma oficial en su Constitución. “A finales del siglo XIX en Uruguay se hablaba inglés, portuñol, francés, lenguas africanas. El castellano no se consolidó en sino hasta el siglo XX”, afirma el historiador Palermo. La frontera norte uruguaya comprende cerca de 1000 kilómetros, que han permitido múltiples intercambios con Brasil. Unos 260.000 habitantes, de tres departamentos uruguayos, se comunican en portuñol, aunque en diferentes grados. La cifra podría llegar a doblarse si se consideran los hablantes que migran a otras zonas del país, según los promotores de la postulación.
“Este es un lenguaje libre que incomoda a las estructuras hegemónicas. Molesta porque es la lengua de los pobres, aquella que no puede ser estandarizada”, asegura el historiador Palermo. El presidente de la Academia Nacional de Letras de Uruguay, Adolfo Elizaincín, admite que esta variedad ha sido considerada inferior históricamente. La investigadora en minorías lingüísticas Graciela Barrios señala que la política del Estado uruguayo ha sido la de desalentar el uso del portuñol. En las aulas se enseña la forma estándar del español y, en los últimos años, también del portugués. “Cuando el uruguayo de la frontera norte viaja al centro del país es el bayano [por Bahía, estado de Brasil], el abrasilerado. Siempre lo discriminan por hablar diferente”, subraya Palermo.
Del otro lado de la frontera pasa lo mismo. En el municipio de Chuí, el punto más meridional de Brasil, la mezcla se da porque muchos conocen los dos idiomas, o al menos una parte. “Este es un portuñol más vinculado al castellano, pero no tiene nada que ver con el acento extranjero”, cuenta Katherine Moreno Martins, supervisora de prensa del Ayuntamiento de la ciudad brasileña de Chuí (que también está separada por solo una calle de una localidad uruguaya, Chuy). Martins afirma, en un portugués perfecto, que el idioma tiene efectos en el aprendizaje de los niños: “En los primeros años de escuela la gran mayoría tiene dificultades para escribir algunas palabras correctamente, ya que hablan un idioma en casa y otro en el colegio”, afirma.
En la región de la liña (frontera en portuñol), la línea divisoria suele romperse. Los hablantes de portuñol buscarán ante la Unesco que la frontera de la discriminación también se rompa.
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