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PATIO DE COLUMNAS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Vecino

Al Vicky lo conocía desde chiquita, desde que se casó con la Zunilda y vinieron a vivir al barrio. Un matrimonio joven, todavía adolescente, sin hijos, casados por amor y no por preñez como sucedía siempre en estos casos, como le había sucedido a mi madre sin ir más lejos.

Era albañil y medio tiro al aire. La Zunilda era la nieta de un viejo rico al que todos le decíamos Abuelo Pascual aunque no tuviésemos su sangre ni fuéramos a heredarlo.

Cuando yo tenía cinco años el Vicky y mi tía más chica me emborracharon, para divertirse. Sentados abajo de la enramada, una noche de verano, el Vicky me trepó a su falda y me dio tragos cortitos de vino de su vaso. ¡Cómo nos reíamos todos! A la madrugada me llevó en brazos hasta mi casa que quedaba enfrente de la suya, los perros ladraron, el portón crujió, mi tía se llevó unas cosas por delante y yo no paraba de reírme y ellos también se carcajearon y mi madre se despertó y se armó un lío bárbaro.

Pero todos lo queríamos al Vicky, era seductor su bigote finito y sus ojazos claros, y esa manera de estar siempre un poco en pedo y ser gracioso, así que a mi madre en pocos días se le pasó el enojo y volvimos a ser todos los buenos vecinos de siempre.

Pasaron varios años, yo yendo y viniendo de una casa a la otra, de un patio al otro, de una enramada a la otra. El Vicky hinchándose un poco más cada año a causa del vino, trabajando menos, enturbiándosele un poco la mirada. La Zunilda por fin tuvo una hija, después de varios años de casada, de ese matrimonio de novios, de niños, que tenían con el Vicky.

Una tardecita, días antes de la navidad, el barrio se alborotó con la noticia. El Vicky había acuchillado a un hombre en un bar por un asunto de plata. Él en su casa durmiendo la mona. El tipo en el hospital. Yo rezaba para que el herido no se muriera. No porque me importara el infeliz, si no para que el Vicky no se convirtiera en asesino. Pero el hombre se murió nomás. Decían que le había sacado las tripas a punta de cuchillo.

Al mediodía siguiente vi llegar el patrullero y al Vicky subiendo manso, espabilado, en la parte de atrás.

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