¿Entiende alguien el arte contemporáneo?
Un polémico documental del director mexicano Pablo Jato hace una crítica al mercado cultural a través de sus protagonistas
Una red de pesca cuelga del techo y en su interior hay una serie de envases de refresco vacíos. Es todo. Pero está expuesta dentro de un museo, por lo tanto, esta obra... ¿es arte? Una pregunta que, a pesar de su escasa novedad, no tiene una respuesta clara, o por lo menos eso muestra el mexicano Pablo Jato en su documental El Espejo del Arte. A través de entrevistas a los protagonistas de este mundo de cuatro países diferentes como galeristas, directores de museos, curadores, coleccionistas y artistas, Jato critica la falta de consenso en los conceptos básicos. Sin embargo, con más o menos palabras todos coinciden en la respuesta a la pregunta “¿qué es el arte para las galerías?”: un negocio, un mercado.
El director, fundador de la productora Embrujo Films, no busca dar una respuesta, sino dejar abierto el debate. “El objetivo es parecido al del artista francés Marcel Duchamp: no tienes por qué venerar el arte solo porque alguien te dice que eso es arte”. Los propios entrevistados entran en un laberinto de contradicciones cuando buscan justificar por qué dos motos ensimismadas son arte contemporáneo, o por qué un carrito del mercado con tierra vale 18.000 dólares. A pesar de que el documental no ofrece una solución clara, sí revela una conclusión: “La cultura está amenazada por el mercado”. En 2014 el arte movió 57.000 millones de dólares. Y ahí surgen otras preguntas. ¿Hay mafia en el arte? ¿Se puede inventar un artista para ganar dinero? ¿Entiende alguien el arte contemporáneo? ¿Vivimos una crisis de creatividad?
A la crítica de arte mexicana, Avelina Lésper, una de las que más fuerte juzga y cuestiona el arte contemporáneo, no le tiembla la voz cuando en el documental afirma: “El mercado está acabando con todo, por qué no iba a acabar con el arte y la inteligencia humana”. Para ella la mayoría de los artistas actuales son falsos, incluido el millonario y famoso Damien Hirst quien logró vender un borrego inmerso en una vitrina con formol por un poco menos de 15 millones de dólares.
En Arco, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid, Jato quiso preguntarle a los propios artistas por la definición de arte y la razón por la que su obra era parte de ese concepto. “Las respuestas nos sorprendieron tanto y nos dejaron con la misma duda que decidimos grabar un documental”, cuenta el director. Algunos defienden el arte como un reflejo de la sociedad, pero para Jato una caja de zapatos vacía no refleja el hartazgo, las manifestaciones, ni la crisis económica actual. “La pregunta continúa abierta, y mientras siga así el mercado se aprovecha”.
—Pero, ¿por qué una persona compraría una lata de sardinas como inversión?
—Ese es el tema, cuando inviertes quieres recuperar tu dinero entonces mi lata en la que me gasté un millón, la subasto, la meto en galerías, exposiciones... y su valor aumenta.
El largometraje fue presentado en 2013 en el museo Soumaya, del magnate Carlos Slim. Después, no fue aceptado en ningún festival ni casas de arte hasta el mes pasado que la Cineteca Nacional de México decidió presentarlo durante dos meses. La razón de esta desaprobación no está clara. “Cada día te rechazan de miles de festivales, lo raro fue que en tres ocasiones nos mandaron una carta con explicaciones absurdas como que no pudieron abrir la cinta. Eso nunca pasa”, cuenta el director. El documental, que ha sido aplaudido por el público que ha ido a la Cineteca, será ahora entregado de manera gratuita a cualquier centro cultural o educativo que lo quiera proyectar. Hasta ahora el director ha recibido un centenar de solicitudes de universidades mexicanas y extranjeras.
Al final de la entrevista Jato suelta una reflexión dirigido a aquellos que defienden que el arte contemporáneo necesita un discurso previo para ser comprendido: “Yo creo que hoy en día existe una imposibilidad terrible de crear arte que llegue al corazón o a los sentidos y como no consigue tocar el alma, entonces se dirige a la cabeza y la cabeza se lo vende al corazón”.
Babelia
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