Hallado en Écija un mosaico sobre los amoríos de Zeus
El paño ocupa 40 metros cuadrados y representa 12 escenas mitológicas
Como los dioses nacidos de las entrañas del universo, un mosaico de 40 metros cuadrados ha resurgido de entre las tierras astigitanas para volver a brillar 1.800 años después. Son los amoríos de Zeus, miles de teselas colocadas con delicadeza por artesanos del siglo III de nuestra era para dar forma a las aventuras y desventuras del máximo dios de la mitología clásica. En apenas una semana, a cerca de 40 grados centígrados, el equipo de profesionales comandado por el arqueólogo y espeleólogo Sergio García-Dils ha retirado escombros y estucos de las paredes caídas en la Plaza de Armas de la localidad sevillana de Écija para descubrir a la humanidad su patrimonio aún escondido.
Aparece Europa desnuda subiéndose al dorso de Zeus convertido en un imponente toro unos segundos antes de ser raptada, se aprecian claroscuros de teselas que dan curvas a la espalda de Dánae, que gira los brazos y abre las manos para palpar las gotas de lluvia de oro en la que se convirtió el dios… Es visible el héroe Ganímedes, embaucado por la divinidad en forma de águila para atraparlo y llevarlo al monte Olimpo tras enamorarse perdidamente de él. Revive la deidad como un sátiro que cautivó a Antíope o como cisne que sedujo a Leda...
Los descubrimientos de la Plaza de Armas
- Siglos VIII a. C - IV a. C. Asentamientos tartésicos y un santuario turdetano.
- Siglo I de nuestra era. Varios edificios romanos de la época del emperador Augusto. Entre ellos, una estancia con paredes estucadas policromada y otra de suelos de mármoles traídos de la cuenca Mediterránea.
- Siglo II d. C. Mosaico con un rostro de doble lectura, único en España y uno de los cuatro conocidos en el mundo.
- Siglo XI d. C. Jardines andalusíes, alcorques, solerías...
Son 30 personajes representados que se conservan intactos en 12 de las 15 escenas que componen el mosaico, que previsiblemente ocupaba una estancia de una vivienda doméstica de algún personaje adinerado de la colonia romana en la zona, rica por el aceite de oliva en los tiempos en los que Écija fue capital de la Bética y atrajo hasta sus tierras a militares de hasta tres legiones del ejército romano.
“La calidad del mosaico es extraordinaria. Las imágenes tienen una expresividad brutal. Los artesanos no se limitaron a representar las escenas, intentaron dar volumen, giros expresivos, movimiento, detalles... El principal interés es que es una obra narrativa y por su calidad recuerda a los de Túnez”, explica todavía con emoción García-Dils, que trabaja en la excavación desde 1999, cuando se abrió por primera vez para estudiar el enclave, que había sido un barrio de infraviviendas desde 1950. Los habitantes del siglo pasado desconocieron entonces el valioso lecho sobre el que descansaban.
Según los primeros análisis, se ha usado de forma masiva la pasta vítrea para recrear azules, naranjas, turquesas... los colores que no se encuentran en la naturaleza. “Estas piezas son mucho más delicadas y poco frecuentes, pero en este caso se conservan muy bien, y se compaginan, por ejemplo, con las teselas ocres de terracota, que se desgastan con facilidad”, detalla García-Dils, que añade que es previsible que hubiese un taller musivo en los alrededores y fabricaran las piedras ex profeso para este mosaico. “Se observan además varias manos en el trabajo”, adelanta.
Serán ahora las manos de los profesionales del siglo XXI las que retomen el testigo de esos artesanos y durante al menos dos años estudien este mosaico, lo restauren y lo reubiquen en la Plaza de Armas, que será en el futuro un parque arqueológico por el que se paseará sobre miles de años en 5.840 metros cuadrados. “Lo que todavía está por excavar puede ser espectacular”, vaticina García-Dils. Este mosaico se suma a las sorpresas descubiertas en lo que va de año. En enero quedaron asombrados con el hallazgo de otras tres estancias: una con paredes estucadas color granate que pueden alcanzar los dos metros y medio de altura decoradas con trazos florales y datadas en el siglo I que podrían asemejarse a las de Pompeya; otra habitación de suelos de mármoles traídos desde las canteras del Mediterráneo y un impluvium. “Las expectativas son enormes”, repite Dils, que comparte opinión con las arqueólogas Ana Santa Cruz y Cristina Cívico, que también forman parte del equipo.
La Plaza de Armas, situada en un cerro, sepulta historia desde el siglo VIII antes de Cristo y entre los grandes descubrimientos se encontraba un mosaico del siglo II con un rostro de doble lectura de los que solo se conocen cuatro en el mundo. Pero en este año de luces, un hombre, que ha sido encarcelado, ennegreció el patrimonio en la madrugada del 10 de marzo y lo destrozó por completo. Oscuridad del universo humano.
Babelia
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