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crítica | tiempo sin aire
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Contagio de la crueldad

Se sitúa entre el 'thriller' de venganza y el melodrama tremendista para la era de la globalización de Susanne Bier

Juana Acosta y Carmelo Gómez, en el filme.
Juana Acosta y Carmelo Gómez, en el filme.

En Agallas (2009), su debut en el largometraje, Samuel Martín Mateos y Andrés Luque se acercaron al universo del narcotráfico gallego para proponer un eficaz thriller donde brillaban la descripción estética de ese microcosmos presidido por un atroz buen / mal gusto y el intenso y sorprendente papel que bordaba Hugo Silva. En Tiempo sin aire,su segundo trabajo, son conscientes de tener otra interpretación excepcional en sus manos —en este caso, Juana Acosta como inquietante madre coraje que viaja de Colombia a Tenerife para consumar una venganza—, pero el proyecto aporta un plus de ambición que no siempre cuaja en decisiones afortunadas.

Tiempo sin aire se sitúa a medio camino entre el thriller de venganza y ese modelo de melodrama tremendista para la era de la globalización que suele practicar Susanne Bier.

TIEMPO SIN AIRE

Dirección: Samuel Martín Mateos y Andrés Luque.

Intérpretes: Juana Acosta, Carmelo Gómez, Felix Gómez, Adriana Ugarte, Toni Acosta, Juan Pablo Shuk, Lucía González, Norberto Trujillo B.

Género: thriller. España, 2015.

Duración: 100 minutos.

Las más visibles debilidades del conjunto llegan de la mano de una historia de amor que parece más condicionada por el determinismo de guión que por la necesidad narrativa. El pasado alcohólico del personaje interpretado por Carmelo Gómez también suena a pie forzado y, si bien hay rasgos sumamente interesantes en la caracterización del personaje —su impulso a considerar la presencia de la protagonista y su hijo como una bendición personal—, algunas omisiones provocan cierta perplejidad: ¿por qué el personaje jamás se pregunta por el objetivo final de las pesquisas de su compañera?

Estos reparos no son obstáculos insalvables: la película tiene claro lo que quiere contar —el efecto devastador de la transmisión de la violencia, la crueldad como contagio— y logra vencer su dispersión en su contundente tramo final.

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