Una chica especial
Entre las distopías juveniles que han asaltado los cines en este lustro, Divergente parecía esa hermana pequeña que ansía parecerse a la mayor, ídolo de masas, más guapa e inteligente y de arrolladora personalidad. Sin embargo, mientras la primogénita, Los juegos del hambre, se diluía en la segunda y tercera entregas por su chulería, grandilocuencia e hipertrofia, La serie Divergente: Insurgente, segunda adaptación de las novelas de Veronica Roth, sale de la sombra por la fuerza y el carisma de su joven plantel interpretativo, encabezado por la superdotada Shailene Woodley; la concisión narrativa; el atractivo de la utopía negativa de su futuro, y el poder de identificación del subtexto que mueve a su protagonista.
LA SERIE DIVERGENTE: INSURGENTE
Dirección: Robert Schwentke.
Intérpretes: Shailene Woodley, Theo James, Kate Winslet, Naomi Watts.
Género: ciencia ficción. EE UU, 2015.
Duración: 119 minutos.
Después de un primer tercio en el que Robert Schwentke quizá confunda la velocidad con la prisa (travellings, grúas y montaje un paso más rápido de lo debido), y en el que el poder estético de ciertos planos se empequeñece por su instantaneidad, Insurgente encuentra en su camino, sobre todo desde la estupenda estación en la sección de la Verdad, una serie de seductoras secuencias que desembocan en un clímax que mezcla bien, como su divergente heroína, inteligencia, garra y comercialidad. Y a pesar de que en la parte final hay un par de momentos deus ex machina de guionista trilero (Akiva Goldsman, la mano en el fuego), la fuerza de su sustancia se impone: la de una chica especial que lucha contra sí misma y contra la presión a la que los demás la someten porque su mayor anhelo es ser normal, y así adaptarse como uno más al reducto de la masa.
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