Lanzar la piedra, esconder la mano
¿Qué ocurriría si se descubriese que los atentados perpetrados en diversos centros civiles rusos en septiembre de 1999, con casi tres centenares de muertos a causa de varias explosiones, y que dieron lugar, junto a la posterior invasión de Daguestán, a la llamada Segunda Guerra de Chechenia, no hubiesen sido realizados por terroristas del país rebelde sino por un militar ruso, apoyado nada menos que en un sector crítico de la CIA? ¿Y si década y media después ese conspirador militar estuviese a punto de convertirse en presidente del país?
LA CONSPIRACIÓN DE NOVIEMBRE
Dirección: Roger Donaldson.
Intérpretes: Pierce Brosnan, Olga Kurylenko, Luke Bracey, Bill Smitrovich.
Género: espionaje. EE UU, 2014.
Duración: 108 minutos
Si hay películas que vienen con la paradoja colgada a la chepa, La conspiración de noviembre podría comandar la categoría porque, o se han equivocado en la forma o en el fondo, o sus artífices no han entendido el material que tenían entre manos o por miedo a la polémica han confeccionado aposta una discreta producción de espías en lugar del atrevido thriller político-social al que podría haber dado lugar. Ellos sabrán, pero con el añejo Roger Donaldson como guía nos sentimos como si hubiésemos viajado en el tiempo y estuviésemos sentados ante una convencional película de espías de 1993, un sucedáneo de James Bond para paladares fáciles, sin nervio, inverosímil y repleta de cámaras lentas en los momentos más tensos, con todos los clichés formales que en la actualidad podrían ejercer de paradigma de lo cutre. ¿Lanzar la piedra para luego esconder la mano? ¿O esconder la mano para acabar lanzando una pedrada? Más bien lo segundo.
Babelia
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