Martín Casariego novela el arrebato del amor adolescente
‘El juego sigue sin mí’, el último libro del escritor ganó el último Premio Café Gijón
Rai, un carismático adolescente que imparte falsas clases de matemáticas al narrador y protagonista de El juego sigue sin mí (Siruela), escucha con su pupilo discos de los ochenta, recomienda la lectura de Leopardi, le presta tebeos y va desvelando algunos de los tristes misterios que rodean su vida. Una tarde le advierte: “Los pequeños detalles varían a menudo el curso de las historias”.
La de esta novela, ganadora del Premio Café Gijón, arranca como todas las de Martín Casariego desde 1993, con una cita de su hermano, el poeta Pedro Casariego Córdoba, fallecido aquel año al arrojarse al paso del tren. Y en esas frases que tomó prestadas de su hermano, Casariego encontró también el título de su libro, la obra número 15 de ficción en su bibliografía, desde su debut en 1989 con Qué te voy a contar (Anagrama). “Las citas de Pedro son muy buenas y es una forma de que esté vivo”, explicaba el escritor (Madrid, 1962) el pasado viernes, en el Museo del Romanticismo.
El impulso romántico adolescente, con su intensidad y desesperación, guía en buena medida su nuevo libro. Además, en el café de este mismo museo, la hermana del protagonista celebra un cumpleaños bañado en lágrimas por su primer desengaño amoroso. “Quería hacer una novela de iniciación. La adolescencia es una época de miedo, una etapa dramática, en que te sientes incomprendido y te planteas grandes preguntas”, reflexionó. “La mía fue cuando he sufrido más. Era muy introvertido”.
Casariego recuerda escuchar el teclear de la máquina de escribir de su hermano mayor, y confiesa que cuando él mismo decidió escribir lo mantuvo en secreto —“de manera patética porque compartía cuarto, así que no me podía esconder”—. El aprendizaje que su protagonista recibe de Rai —en esas clases francamente particulares— él lo recibió de forma natural con sus hermanos, entre los que se cuenta el también escritor Nicolás Casariego. “Lo de escribir es dar un paso al frente; son las lecturas las que te hacen escritor”. Las conversaciones de libros entre los hermanos Casariego eran y son una constante.
Si en Un amigo así (Planeta, 2013) Casariego habló de la amistad, en El juego sin mí, regresa a ello en la etapa adolescente y retoma el amor, tema recurrente en su obra. “Me gusta hablar de sentimientos y creo que se puede hacer sin caer en el lugar común, ni en la cursilería”. El diálogo es una de sus armas, algo que le valió la invitación a escribir guiones desde el arranque de su carrera. Y en este libro se propuso retratar los arrebatos de una determinada edad sin emplear la jerga actual: “Las preocupaciones de los adolescentes son las mismas de siempre”.
La idea con la que, dice, empezó a fabular esta vez fue sencilla: chico escribe carta a chica, le invita a una cita y amenaza con suicidarse si ella no comparece. “Hay un suicida en potencia y doy vueltas alrededor de eso. Pero este libro es más optimista”, afirma. “Rai habla en el libro de las cicatrices que no se ven; y en la escritura a veces hay mucho de eso. Cada uno tiene sus heridas particulares”.
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