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Reportaje:

Después de 'Intruders'

Casariego alarga con 'Carahueca' la historia de la cinta que abrió el Zinemaldia - El guionista bucea en el sentir del monstruo del filme

Nicolás Casariego sintió la necesidad después de trabajar como guionista de Juan Carlos Fresnadillo en la película Intruders, de escribir un libro sobre la cinta. El filme abrió el pasado viernes 16 el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y con esta apuesta Casariego recorría un camino poco transitado, al menos en España, el de crear una novela de una película y no al contrario. "Fue una especie de reto, hice un thriller puro y duro, algo que hasta ahora no había hecho y que probablemente es raro que vuelva a repetir", explica. Casariego, finalista del premio Nadal en 2005 con Cazadores de luz, se animaba así con Carahueca.

"Estaba absolutamente harto. Quería tener hueco en mi cabeza para otros proyectos", añade el novelista y guionista. Después de visitar el set de rodaje de la cinta en Londres fue el productor de la película el que le recomendó continuar con la historia. Con la novela, el escritor "cerró un círculo", se libró a su manera de sus pesadillas particulares. "Monstruos que no quieres volver a ver y necesitas enfrentarte a otros. Las novelas son una especie de carahuecas", bromea en referencia al título del libro y a la esencia de Intruders.

El novelista y autor del guión del filme "cerró un círculo" al escribir el libro
El autor siempre quiso que la criatura también tuviera un lado humano

El libro, a diferencia de la película, ha permitido al guionista profundizar en el desarrollo y descripción de los personajes, "meterte en su cabeza", y también en la de la criatura que aterroriza a Juan y a Mia. "Esto era lo que más me interesaba", recuerda Casariego, en referencia a los monólogos interiores que a lo largo del libro dibujan el sentir, aspiraciones y pensamientos del monstruo.

"Es mucho más trabajoso imaginar y construir a un monstruo que a una pesona de carne y hueso", aclara el escritor, sentado en una terraza de San Sebastián mientras sorbe un café con leche. A la hora de crear a Carahueca, el escritor tuvo que diseñar "unas reglas y un comportamiento diferente. Separarlo de los humanos y que eso se transmita a través de las palabras o imágenes". De ahí que en la novela el lector pueda descubrir al monstruo a través de su propia voz y con un lenguaje diferente al del resto de personajes.

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El guionista de Intruders siempre quiso que su monstruo no tuviera rostro, nombre y ningún otro rasgo específico, "excepto los mínimos que te puedan remitir al diablo". Pero las aspiraciones finales de la criatura también acabaron por separarlo de la concepción del malvado por excelencia. "Se fue alejando del diablo al tener ese objetivo de querer convertirse en un niño y robarle la cara a un niño y querer ser querido", señala. Por eso, el monstruo también despierta de alguna forma sentimientos de humanidad. "No es el típico malo, malísimo, si no un monstruo que tiene una agenda que te puede incluso dar pena si no la cumple. Puede producir cierta empatía", concluye.

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