La contracultura cotiza en Bolsa
Camden Town, antaño hervidero alternativo, debuta en el parqué londindense El empresario israelí Teddy Sagi busca financiación para nuevo proyecto urbanístico
Hordas de turistas expulsan de la acera al paseante incauto. Tenderos turcos venden a turistas italianos camisetas de bandas británicas fabricadas en China. A ritmo de reggaeton, filas de tiendas idénticas exhiben fundas para iPhone con smileys fluorescentes o con la Union Jack. Nada nuevo, business as usual. Ni una pista de que este fue el último domingo antes de que Camden Town, otrora meca de la contracultura londinense, debutara en la bolsa.
Market Tech Holdings, propietaria de estas cuatro hectáreas de suelo, empezó ayer a cotizar en la rama para compañías emergentes (AIM) de la Bolsa de Londres. El inversor israelí Teddy Sagi, presidente de la empresa, confía en recaudar 100 millones de libras (126 millones de euros) para financiar un proyecto que incluye la construcción de nuevos locales, viviendas, cines, una plataforma de venta online y hasta un hotel boutique.
Sagi es un empresario controvertido. Fue condenado a 18 meses de cárcel en 1996 por fraude y soborno, y hoy es uno de las personas más ricas de Israel, gracias al grupo de juego online Playtech, que fundó en 1999. En octubre, tras una serie de operaciones por cerca de 500 millones de libras, juntó por primera vez los siete mercadillos de Camden bajo una misma propiedad. “La capacidad del grupo de controlar el mix de inquilinos en los mercados de Camden Town permitirá mejorar la experiencia comercial, de ocio y entretenimiento del área”, explica la compañía a los inversores.
La historia de este conjunto de mercadillos, que hoy reciben 28 millones de visitantes al año, discurre paralela a la de la cultura popular londinense en la segunda mitad del siglo XX. A principios de los años setenta, artistas y artesanos empezaron a ocupar los viejos hangares que se habían levantado junto al canal tras la construcción de una esclusa a finales del siglo XIX, y vendían sus productos los fines de semana en un mercadillo.
Llegó el rock y, el 15 de noviembre de 1966, un mítico concierto de Pink Floyd y Soft Machine en un viejo hangar rebautizado como Roundhouse selló la alianza del barrio y las guitarras eléctricas. En los setenta estalló el punk, que tuvo aquí su epicentro. Ahí está uno de sus callejones inmortalizado en la mítica fotografía del álbum de debut de los Clash.
En los noventa las estrellas del brit pop alternaron en sus bares. Las discográficas estaban en el oeste pero ellos preferían estas barras del norte. Bob Marley vivió aquí en 1972, Prince tuvo aquí una boutique en los noventa y Bon Scott, de AC-DC, murió después de una noche de excesos en Camden.
Hace ya años que Camden Town dejó de ser un hervidero de cultura alternativa para convertirse en un parque temático del consumismo tirando a zafio. George lleva cinco años en su puesto de complementos de moda en Stables Market, y ve con buenos ojos los nuevos planes. “Este mercado ha perdido mucho”, explica. “Necesita un refresco. Tiene que volver a ser un área comercial, no de paseo. Antes había estrellas, había imaginación, estilo. Eso es Londres. ¿Usted ve algo de eso aquí? Yo no. Y no es culpa de los visitantes, es culpa nuestra. ¿Que sube los alquileres? Adelante, subirá la calidad. Cuando algo no funciona, viene bien un nuevo comienzo con ideas frescas”. Ben, vecino el barrio que guarda cola en un puesto de comida china, también cree que Camden necesita un cambio “Pero ese cambio no lo traerá un grupo de inversores de la City ansiosos por llenarse los bolsillos”, defiende. “No es así como Camden Town se convirtió en lo que ha sido”. Un poco más abajo, un grupo de estudiantes españolas se turna para fotografiarse junto a la estatua que se levantó en septiembre en memoria de Any Winehouse, quizá la última vecina ilustre de un barrio bohemio cuyo futuro, como el de tantas otras cosas, se decide a partir de ayer en la City.
Babelia
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