La risa española se contagia por Nueva York
El Lincoln Center proyecta desde hoy el ciclo 'La última risa: Una historia alternativa de la comedia española'
“¡Prepárate para reír!”, anuncia la Film Society del Lincoln Center de Nueva York en su web. E inmediatamente, avisa. “Sin embargo, esto no es un escaparate de comedias, estrictamente hablando”. Organizado por el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) y la institución cultural neoyorquina, La última risa: Una historia alternativa de la comedia española es un ciclo que recorre 60 años de este género cinematográfico que ha mirado a la sociedad a través de espejos deformantes y bastante negros, de esos que a veces devuelven un reflejo para reírse a carcajadas, y otras, congelan la sonrisa.
“La historia alternativa es una historia del ennegrecimiento de la comedia”, dice Josetxo Cerdán, uno de los comisarios, junto a Gonzalo de Pedro, ambos profesores en la Universidad Carlos III de Madrid. “Queríamos crear puentes: partir de un humor más amable, los rasgos oscuros que podía tener Neville, y hasta una comedia de mal rollo”.
El ciclo proyectará títulos como El verdugo, Amanece, que no es poco, Con el culo al aire o El certificado, de Vicente Lluch –del que han tirado una copia nueva de los originales–, y recuperará la cita que el público neoyorquino tenía siempre en diciembre con el cine español cuando aún se celebraba el festival Spanish Cinema Now. Sin querer sustituirlo, La última risa es un acercamiento a la filmografía nacional más elaborado, “con un concepto detrás”, dice De Pedro. “En un primer momento, nació como una historia del esperpento. La idea era ver cómo ese humor que es muy típicamente español, y tiene su origen en el teatro o la literatura, se había llevado al cine”.
Empezaron por el esperpento y acabaron buscando títulos que se emparentaran con “lo esperpéntico”, un concepto más amplio, como apunta Cerdán, pero que tampoco engloba a todo el género cómico español. “Hay mucha comedia española, mucha comedia de escapismo”, continúa Cerdán. “La gran comedia del año, 8 apellidos vascos, no entroncaría en este humor negro. Pero sí existe esa corriente de la comedia que nos habla de unas clases medias, o trabajadoras, que lo pasa mal para adaptarse a la vida que les ha tocado; son perdedores, gente con problemas para adaptarse a un mundo que era moderno en los años cincuenta y hoy sería post-mega-moderno”. Como les pasaba en los años sesenta a los protagonistas de El cochecito, uno de los 14 largometrajes que se proyectarán en el Lincoln; y también a los personajes de la película más reciente que se verá, Murieron por encima de sus posibilidades, de Isaki Lacuesta.
Escena de 'El Verdugo' del director español Luis García Berlanga.
“La última risa es un ciclo heterogéneo porque quiere proponer un abanico amplio de aproximaciones a la realidad española de cada tiempo a través del humor”, dice Santiago Aguilar, codirector junto a Luis Guridi de Justino, un asesino de la tercera edad. “Las películas que componen el ciclo abarcan más de 60 años de propuestas excéntricas. Del protoneorrealismo rosa de El último caballo, al subrruralismo, que no surrealismo, de Amanece, que no es poco; de la farsa pop mediterránea que es El certificado al cruce entre Berlanga y Tarantino con el que define Isaki su última película, pasando por el poshumor de algunos cortos”.
Santiago Aguilar viajará a Nueva York para presentar su película; como hará también Santi Amodeo con Astronautas. Ambas ya se estrenaron en la ciudad años atrás, “precisamente en el Lincoln Center”, cuenta Amodeo. Un rasgo que no comparten con la mayoría de los 14 largometrajes y seis cortos que se proyectarán entre el 12 y el 18 de diciembre. “Hay muy pocas que se hayan estrenado en el mercado estadounidense, de hecho la única que tenía distribuidor internacional era Balada triste de trompeta”, apunta Cerdán.
En general, sólo los clásicos programados, como El verdugo, El cochecito o El último caballo, sí habrían circulado por otros festivales de EE UU, pero la mayor parte de los títulos que se verán en el Lincoln son de los últimos 15 años. “Había esa intención de centrarnos más en el presente, por apostar por algo que sigue vivo; un discurso a la contra de la globalización que dice que acaba con todo, que todos comemos hamburguesas y nos reímos de lo mismo: no es verdad”, dice Cerdán.
Por eso, era importante que hubiese películas de última hornada como la de Isaki Lacuesta o Gente en sitios, de Juan Cavestany, y el cine de los márgenes. “No queríamos que fuera únicamente el cine oficial o más industrial, y una de las maneras más sencillas era introduciendo cortometrajes de gente que trabaja en otros circuitos: como El engaño, de Germán Scelso; Misterio, de Chema García Ibarra; o Don Pepe Popi, de Carlos Vermut”.
El de Scelso es cortometraje y documental, otro de los géneros que han querido destacar con el corto también de Óscar Pérez, Salve Melilla, y el largo Dime quién era Sanchicorrota, de Jorge Tur, quien también estará presente en su proyección y dice que su película podría relacionarse, “salvando las distancias, con el género absurdo español del siglo XX, el de Jardiel Poncela, Mihura, de Tip y Coll, de Gila y de tantos otros que supieron combinar tan bien la comedia y la tragedia”.
Ese humor negro y esperpéntico, tan ligado a la identidad española, ¿es capaz de traspasar las fronteras? “La comedia es un lenguaje universal y puede entenderse en todos los sitios”, dice Tur. “Este ciclo será una prueba”, dice Gonzalo de Pedro. “Pero yo creo que, aunque obviamente hay códigos culturales o referencias que se pierden, sí funciona –mira los cortos de Chema García Ibarra, todos estrenados en Sundance–: no sé si será por exotismo o porque realmente les gusta”.
Babelia
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