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Buenos Aires clausura más de 20 centros culturales independientes

Los vecinos reclaman que el ayumantamiento no regule su iniciativa como actividad comercial

Alejandro Rebossio
Unos jóvenes pasan ante uno de los centros culturales bonaerenses en disputa.
Unos jóvenes pasan ante uno de los centros culturales bonaerenses en disputa.ricardo ceppi

En Buenos Aires proliferan los centros culturas independientes. Los vecinos los montan. Se juntan unos amigos con inclinaciones por las artes, alquilan una vivienda y lo ponen en marcha. Allí se pueden ver obras de teatro, escuchar conciertos de rock o folclore o tomar clases para aprender a bailar tango o hacer tai chi chuan. Pero en los últimos tres meses el Gobierno autónomo de Buenos Aires ha cerrado más de 20 centros culturales por presunta falta de medidas de seguridad. Más de 3.000 vecinos que participan de esta movida porteña se manifestaron el pasado 13 de agosto contra los cierres y a favor de una ley que los protege y los deje de considerar como espacios comerciales.

Desde hace más de dos años que estos centros culturales no gubernamentales de Buenos Aires vienen reclamando que el consistorio porteño vote una ley que regule específicamente este fenómeno floreciente del arte en los más diversos barrios de esta ciudad tan prolífica. Han juntado ya 25.000 firmas. En las últimas semanas, legisladores del Frente Amplio Unen, que abarca desde la centroizquierda hasta la centroderecha, han presentado un proyecto de ley en ese sentido, pero de momento el conservador Partido Propuesta Republicana (PRO), del alcalde y candidato presidencial Mauricio Macri, no se ha dispuesto a debatirlo. Hace un par de semanas el kirchnerismo presentó su propio proyecto normativo.

"Muchos centros culturales se habilitan como clubes, cafés, bares o teatros”, se quejó Claudio Goreman, dirigente del Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos. A partir de esas categorías, el ayuntamiento ha clausurado este año 20 de los 233 teatros inspeccionados y siete de los 89 centros culturales revisados, según informó la semana pasada al periódico La Nación. El pasado 15 de agosto fue cerrado otro espacio identificado con el kirchnerismo en el barrio de La Boca en el que se daban clases de candombe y teatro, capacitación laboral, secundaria para adultos, se proyectaban películas y se celebraban debates políticos. De ahí que identificados con el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner denunciaran persecusión política. El ayuntamiento explicó que las clausuras se han practicado por falta de señalización de las salidas o de matafuegos, ausencia de un plan de evacuación, actividades sin habilitación o consumo de cigarrillos en sitios cerrados.

En los centros de los diversos barrios porteños se ofrecen espectáculos y clases de artistas independientes 

“Todas las clausuras tienen un motivo técnico, siempre son faltas menores, no es que falta un matafuegos o se supera el límite de personas permitido”, contestó Goreman. “Las clausuras se hacen porque hay un peligro para la gente que va al lugar. Y eso es falso. Generalmente falta algún papel que tiene que emitir el Gobierno de la ciudad. Por ejemplo, un centro lo clausuraron porque estaban dando clases de tango”, añadió el también director del Club Cultural Matienzo.

Docentes, estudiantes, bailarines, incluidos los milongueros (los de tango), pintores, peñeros (los que cantan y bailan en peñas de folklore, siempre acompañadas por vino y empanadas y a veces con venta de artesanías) y espectadores se manifestaron el pasado 13 de este mes con su arte en la calle frente a la Jefatura de Gobierno de la capital argentina bajo la consigna de “la cultura no se clausura, en defensa de los espacios culturales autogestivos”, es decir, aquellos que se sostienen en general sin subvenciones y con el esfuerzo de los organizadores y de lo recaudado con espectáculos, clases y venta de variados productos. Los manifestantes presentaron un documento en el que denunciaron que “de manera sistemática” se han producido clausuras “ilegítimas, ya que no ocurren para preservar la seguridad, sino en un ejercicio abusivo del poder de la Agencia Gubernamental de Control”. “Cuando un inspector busca una falta menor para generar una clausura y se suscita una gran cantidad de cierres en un período tan acotado, es porque existe una cierta animosidad para generar el cierre de estos espacios”, añadieron.

"Los tiempos y costes de habilitación para peñas, milongas y clubes de música son irrisorios”, describen los artistas las diversas reuniones tradicionales de la cultura popular argentina en las que se comparte el folklore, el tango y otros géneros. Añadieron que la actual legislación porteña “no prevé la realización de música y baile fuera de zonificación comercial”.

“Desde hace décadas los centros sociales y culturales de nuestros barrios forman parte de la identidad y el acervo cultural de los porteños, pero no tienen una legislación que los proteja y que permita implementar su habilitación”, advirtió un legislador del Frente Amplio Unen, Javier Gentilini. Otra integrante del mismo grupo, Paula Oliveto Lago, agregó: “No estoy de acuerdo con cercenar los centros culturales, no es lo mismo que una actividad comercial”.

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