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crítica | azul y no tan rosa
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El ímpetu de una sociedad

Es una película pedestre de luz, montaje, puesta en escena y narración, pero rabiosa e ilusionada, que se impuso en los Goya a las favoritas

Javier Ocaña
Imagen de 'Azul y no tan rosa'.
Imagen de 'Azul y no tan rosa'.

“¡Madre mía de mi vida! (...), gracias a Venezuela por haber esperado con tantas ansias una película como esta”. Las palabras de Miguel Ferrari, director de Azul y no tan rosa,entre emocionado e incrédulo, al obtener el Goya a la mejor película iberoamericana de 2013, ya adelantaban, en el fondo y en la forma, exultante, que hay trabajos que trascienden su propia condición cinematográfica para abrazar un estatus políticosocial quizá más importante.

AZUL Y NO TAN ROSA

Dirección: Miguel Ferrari.

Intérpretes: Guillermo García, Ignacio Montes, Hilda Abrahamz, Carolina Torres.

Género: drama. Venezuela, 2013.

Duración: 114 minutos.

Y la parábola en favor de la igualdad de sexos, y de denuncia de la homofobia y de la violencia de género que conforma el relato de Ferrari, es una de ellas, a pesar de sus desajustes formales y narrativos, que los tiene, y muchos.

¿Puede un discurso de agradecimiento y, sobre todo, lo que hay detrás de esa emoción, imponerse a una crítica? Quizá, porque de hecho lo que sostiene, al menos mínimamente, a la película es ese ímpetu desbocado (con el que no es que se llegue al brochazo, es que se basa directamente en él), y su ilusión por cambiar las cosas en materia social, aunque sea de un modo grueso y explícito. Una sistemática con la que los personajes nunca adquieren verdadera entidad más allá del estereotipo que representan, y en la que el alegato reivindicativo, necesario pero carente de control, se lleva hasta la última secuencia: esa en la que la película de cine social acaba abrazando el cuento infantil de transformación, esta vez con la sociedad en su conjunto como antiguo patito feo, vía talk-show televisivo. Como contrapartida, el fenómeno al menos puede servir para que su éxito le abra en su país a públicos menos trascendentes y exquisitos, a los que puede que no llegara su obra hermana en cuanto a nacionalidad, temporalidad, temática y objetivos: Pelo malo, estrenada hace unas semanas, con más calidad artística, pero quizá sin el don de la popularidad.

Azul y no tan rosa, pedestre de luz, montaje, puesta en escena y narración, pero rabiosa e ilusionada, se impuso en los Goya a la argentina El médico alemán y, sobre todo, a la mexicana La jaula de oro y a la chilena Gloria. En la conciencia de los académicos españoles queda la decisión.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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