La doña

¿Se celebra —o no— estos días el centenario del nacimiento de María Félix? Su última pareja, el pintor francés Antoine Tzapoff, asegura que no, tratando de quitarle años a la difunta, pero las biografías así lo confirman, y ya se está celebrando, en España incluso con la edición en DVD de algunas de sus películas, por cierto, curiosamente ninguna de las cinco que aquí rodó. La mujer más bella del cine latinoamericano fue reclamada fuera de su país, entre otros por Luis Buñuel (La fiebre sube a El Pao, aquí titulada Los ambiciosos), Jean Renoir (French Can Can), Luis Saslawski sobre un proyecto de Jean Cocteau (La corona negra), Richard Pottier (La bella Otero), Juan Antonio Bardem (Sonatas)… incluso por los estudios de Hollywood, algo que ella rechazó a pesar de que las ofertas fueron nada menos que para protagonizar Duelo al sol o La condesa descalza, lo que hicieron finalmente Jennifer Jones y Ava Gardner. Ella hizo su gran carrera en México, donde el apelativo de la doña se hizo popular a raíz de sus personajes de mujeres indómitas en Doña Bárbara (1943) La devoradora (1946), Doña Diabla (1949), La bandida (1963) o La generala (1970). De carácter fuerte y voz profunda hubo quienes la veían como una fiera salvaje; sin embargo ella se consideraba “fácil de carácter”, calificándose a sí misma de puma, o sea felina, y también algo “enérgica, arrogante y mandona". Sus matrimonios con el compositor Agustín Lara, que escribió para ella la popular canción María bonita, más tarde con el cantante y actor Jorge Negrete o con el banquero Alexander Beger, entre otros, fueron noticia de primera plana. María Félix lo era con frecuencia por sus películas, excelentes casi todas las que le dirigió en México Emilio Fernández, por sus desplantes, sus ácidas réplicas, sus enfrentamientos con otras actrices, por su afición al boxeo y los toros o su pasión por las joyas. Hiciera lo que hiciera la Doña era electrizante. Baste recordar su película española Faustina, que Sáenz de Heredia dirigió en 1957, y en la que Fernán Gómez era un demonio muerto de amor por ella. Sin saber cantar ni bailar, la Félix seducía a la audiencia de un cabaré solo con leer un periódico en voz alta. Pero hay que ver cómo lo hacía… Era una mujer despampanante, decía de ella Fernán Gómez. Y también buena actriz, aunque no en todas sus interpretaciones. En la mayoría de las películas que hizo a la Félix le bastaba con ser una estrella que llenaba la pantalla de belleza y brío, esa a la que esta semana se ha recordado con distintos homenajes y no sólo en México. Falleció en 2002 el día en que hubiera cumplido 88 años… quizás.