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Luz al final del túnel del Arqueológico

El MAN reabre sus puertas el 1 de abril tras seis años de obras y dos y medio de cierre total El proceso se ha alargado un año y 10 millones más de lo previsto

Montaje del Museo Arqueológico Nacional, 2014.
Montaje del Museo Arqueológico Nacional, 2014.Fernando Velasco Mora

El nuevo Museo Arqueológico Nacional (MAN) está lleno de luz. La que entra por los cristales que ahora cubren los dos patios principales e inunda las salas. La que emanan las pantallas instaladas a lo largo de la exposición. La de los empleados que sonríen aliviados. Y la luz verde que, por fin, ha dado la Administración: tras seis años de obras, dos y medio de ellos con el centro cerrado, el 1 de abril reabre al público, renovado y moderno. “Es otro museo, ha cambiado por completo”, asegura su director, Andrés Carretero.

Sin embargo, el nuevo MAN también tiene unas cuantas sombras. El punto final a las obras se puso en diciembre de 2013, tras retrasos y algún que otro desvío presupuestario. Pero el centro siguió sin abrir. Faltaban vigilantes, tanto que hubo que contratar a 31 interinos, además de los que al cierre del museo fueron redistribuidos y ahora vuelven. Faltaba retocar el recorrido para invidentes, tanto que algunas indicaciones en braille todavía no están en su sitio. Y faltaba hacer cuadrar, como contestaron desde Cultura a este periódico hace semanas, “las agendas de los altos cargos”.

Tras el fin de las reformas del museo en diciembre de 2013, faltaban vigilantes y retocar el recorrido para invidentes

El ministerio asegura ahora que ningún retraso “de relevancia” se ha producido por esta razón. De todos modos, la agenda sigue sin cuadrar. Se querría que un miembro de la Casa Real presida la inauguración del 31 de marzo. En el museo, sin embargo, nadie sabe quién e incluso si alguien irá. Esperan, eso sí, las presencias del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y del ministro de Cultura, Educación y Deporte, José Ignacio Wert, que acudiría por primera vez al museo desde que asumió el cargo.

Entretanto, el MAN ha añadido más etapas a su odisea. Dos fuentes internas coinciden en que el 7 de marzo se decidió fumigar la casa argárica. La práctica se repitió el viernes pasado y el venidero, dejando que los productos trabajen el fin de semana. Resulta que, a 15 días de la reapertura, al museo le han salido unos insectos que hacen temer por el esqueleto allí expuesto. El director confirma las fumigaciones, pero excluye riesgos para las piezas.

Construcciones

  • El MAN se fundó en 1867 por Real Decreto de Isabel II. Su sede provisional estuvo en el Casino de la Reina.
  • En 1895, la institución se trasladó a su ubicación actual, el Palacio de Bibliotecas y Museos.
  • Entre 1968 y 1981 el MAN pasó por su reestructuración más relevante: de tres plantas se amplió a cinco y se aplicaron nuevos criterios museográficos.
  • El 25 de julio de 2011 cierra de nuevo por obras.

Y la misma postura adopta Carretero sobre el segundo percance en pocos días. Una de las dos momias del museo fue llevada al Instituto de Patrimonio Histórico, tras mostrar, en palabras del director, “pruebas de contaminación”. Las fuentes anteriores relatan que la pieza tenía una mancha que levantó sospechas y alarmas. El director explica que aún se desconoce qué problema padece la momia y sus causas, aunque niega cualquier relación con las obras o la climatización del MAN. Carretero reconoce sin embargo que nunca había ocurrido algo parecido desde que asumió el cargo —septiembre de 2010—. Fuentes internas amplían la afirmación a las últimas décadas.

La pobre momia se perderá, probablemente, la reapertura. En su lugar, una copia saludará el regreso de los usuarios —Carretero no aprecia el término “visitante” porque el público no está de visita—. Así, los ciudadanos podrán comprobar si las proclamas de la víspera tenían fundamento. Carretero promete un “recorrido mucho más armónico”; y el arquitecto Juan Pablo Rodríguez Frade, Nacional de Restauración de 1995 por la rehabilitación del Palacio de Carlos V en la Alhambra y diseñador de la remodelación del MAN, describe un centro “puntero en el mundo en atención al visitante, emoción y explicación”.

Frade asegura que se encontró con un edificio en estado “bastante desastroso”, reformado por última vez en los setenta, y que lo ha convertido en un museo en el que “cada visitante pensará que se ha hecho a su medida”. Junto con él, la empresa Acciona, encargada de la obra civil y después del proyecto museográfico, y Empty, coautora del segundo. Nicolás Mínguez, responsable de Empty, aclara: “Lo que más nos interesaba a todos era poner en manos del público la posibilidad de repasar el pasado de la península”.

Los datos cuentan que ambas obras, tanto la civil como la museográfica, han tardado más de lo prometido en fase de adjudicación. Un documento de agosto de 2010 del Ministerio de Cultura establecía el final de la obra civil en julio de 2011, pero necesitó un año y 10 millones más de lo concertado: 36,7 en lugar de 26,2. Y el proyecto museográfico, previsto para principios de 2013, se entregó en diciembre de ese año, eso sí, cumpliendo casi a rajatabla con su presupuesto de 18,6 millones.

Juan Pablo Frade, arquitecto del nuevo diseño del Museo Arqueológico Nacional.
Juan Pablo Frade, arquitecto del nuevo diseño del Museo Arqueológico Nacional.Claudio Álvarez

Sumando ambos proyectos se obtienen unos 55 millones. Los otros 10, explican desde el Ministerio, se gastaron en temas como “restauración de colecciones, suministros y equipamientos”. Lo cierto es que, entre otras virtudes, la inversión ha ampliado el espacio expositivo (de 7.300 a 9.715 metros cuadrados; el museo supera los 30.000), mejorado la circulación y se ha volcado en modernizar al viejo Arqueológico.

Una visita rápida permite apreciar algunos resultados de la remodelación. Paseando por las zonas romana y de la Edad Media se disfruta de los impresionantes mosaicos, de la limpia sencillez que caracteriza el conjunto, de la fascinante mezcla de obras maestras y objetos de uso cotidiano y de uno de los vídeos que describe, con ciertos tintes épicos, las construcciones romanas.

A lo largo de los tres kilómetros de la exposición hay audiovisuales, gráficos, rutas para invidentes y decenas de textos. Ahí se halla, según Carretero, otra clave de la renovación: “Hemos intentado bajar el nivel de las explicaciones: son asequibles para cualquiera. Es el contenido que hay que dar, contado de manera sencilla y concisa”. Para tranquilizar a los expertos, el director aclara que más fácil no significa “ni incorrecciones ni simpleza”. De hecho, espera que más cercanía al público ayude a duplicar la afluencia: de los 200.000 visitantes anuales precierre confía en pasar a 400.000.

Una momia mostró recientemente "signos de contaminación"

Para ello, cuenta con sus piezas estrella: las damas de Baza y Elche o el bote de Zamora han ganado nuevo protagonismo. Pero la clave será pescar más allá de los dos mares tradicionales: colegios y expertos. El director habla de “campañas” para las familias y el público general. Sin embargo, el presupuesto de la subdirección general de Bellas Artes destinado a los 16 museos estatales, y entre ellos el MAN, cuenta en 2014 con un museo más en funcionamiento y 3,1 millones menos: de 42,47 a 39,36, según datos de Cultura. Preguntado por el presupuesto del MAN, el Ministerio explica que la gestión directa y conjunta “dificulta hablar en términos de asignación a cada museo”.

Aun así, uno de los ases en la manga será la exposición del tesoro de la fragata Nuestra Señora de Las Mercedes, extraído del fondo del mar por los cazatesoros de Odyssey, recuperado en los tribunales y ahora depositado en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena (Murcia). Será este año, pero ¿cuándo? El director expondría las 574.553 monedas en el segundo semestre, para no poner demasiada carne sobre el asador. De momento, cree, basta con la reapertura.

Mientras, por fuera, el edificio de la calle Serrano espera perfectamente limpio. La escalinata y los jardines están despejados, salvo por unos alambres. El interior luce silencio, madera de Merbau en las paredes y, en los suelos, mármol travertino. Eso sí, sin apenas huellas. Pide a gritos el regreso de su público.

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