_
_
_
_
crítica | ocho apellidos vascos
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Amor y hecho diferencial

Con un arranque enérgico puntuado por réplicas tan eficaces como feroces, la película va viniéndose abajo por diversos motivos

Clara Lago y Karra Elejalde, en 'Ocho apellidos vascos'.
Clara Lago y Karra Elejalde, en 'Ocho apellidos vascos'.

Al Sacha Baron Cohen que, en Borat (2006), demostró que el prejuicio cultural marca, de manera grotesca, la relación con el Otro en la aldea global, le pondría los dientes muy largos un país como el nuestro, donde entre una comunidad autónoma y otra (y entre un barrio y otro) parecen alzarse muros infranqueables. Uno de los recursos del humor políticamente incorrecto consiste en amplificar prejuicios y lenguajes de la ofensa para cuestionarlos. En Ocho apellidos vascos, los guionistas Borja Cobeaga y Diego San José plantean un mecanismo prometedor, que Emilio Martínez-Lázaro no ha recibido con la misma complicidad que, en su día, le generaron las propuestas de David Trueba y Martín Casariego en Amo tu cama rica (1992): una vasca —una imagen de la otredad para el español medio— y un andaluz —metonimia útil para una consensuada, pintoresca y amable idea de España— como polos de una improbable comedia romántica.

OCHO APELLIDOS VASCOS

Dirección: Emilio Martínez-Lázaro.

Intérpretes: Clara Lago, Dani Rovira, Carmen Machi, Karra Elejalde, Alfonso Sánchez, Alberto López.

Género: comedia. España, 2014.

Duración: 90 minutos.

Con un arranque enérgico puntuado por réplicas tan eficaces como feroces, la película va viniéndose abajo por diversos motivos. De entrada, una errática dirección de actores que afecta en especial a la verosimilitud de la protagonista: Clara Lago parece estar recibiendo indicaciones contradictorias todo el rato, en aras de dotar de contornos amables a un personaje que hubiese funcionado mejor cuanto más problemático e inasumible como ideal romántico fuera. Se suman a ello progresivas inconsistencias de guion —esa boda convocada en dos días— y el escaso afecto entre el cineasta y su material, aspectos ambos que el estado de gracia de Dani Rovira, Karra Elejalde y Carmen Machi logran atenuar hasta que la catástrofe se impone en el tramo final. Ocho apellidos vascos, una excelente ocasión malograda, desemboca en una secuencia que tal cual está —sin subtextos, distancia, ni contrapuntos— podría haber aplaudido el Vizcaíno Casas de Las autonosuyas.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_