Pompeya agoniza, entre lluvias y tres nuevos derrumbes
Una oleada de mal tiempo provoca los enésimos daños en el área El Gobierno desbloquea dos millones de euros Renzi hace un llamamiento a las inversiones privadas
En Pompeya la lluvia es un puñal. Tan frágil y tan abandonado se encuentra uno de las principales áreas arqueológicas de Europa que cualquier aguacero puede acuchillar y llevarse por delante muros y estucos. Así ocurrió tanto el domingo como el lunes. El balance habla de tres derrumbes —afectan a un arco del templo de Venus, un muro de una tumba de la necrópolis de Porta Nocera y otra pared de dos metros en la zona de vía Nola sin excavaciones—, que van a añadirse a una lista que desde hace años se incrementa demasiado a menudo.
El maltempo es el enemigo más reciente, según los medios italianos. Aunque el tiempo como tal también es un peligro para Pompeya, sepultada en el 79 d. C. por una erupción del volcán Vesuvio y arrugada por el paso de los siglos. Las visitas de los carabinieri a las obras y las investigaciones que la justicia italiana abre tras la práctica totalidad de los derrumbes cuentan que la mafia y la mala gestión son otros posibles obstáculos. Y luego, como distintas fuentes vienen denunciando desde hace años, está el descuido. “Son situaciones anunciadas. No se puede perder más tiempo. Se podría instituir en los periódicos una sección Pompeya y cada día la llenaríamos de noticias”, aseguró el martes el presidente de la comisión italiana para la Unesco, Giovanni Puglisi.
Tantas son las alarmas que el propio presidente del Gobierno italiano, Matteo Renzi, ha intervenido hoy sobre el asunto. “No podemos quedarnos indiferentes mientras La gran belleza gana el Oscar y Pompeya se cae a pedazos”, ha asegurado el joven y flamante premier, que ha añadido una defensa de la inversión de particulares en la defensa del patrimonio: “No se puede mantener un prejuicio ideológico. Si la gestión pública hace que se derrumben los muros y la privada permite que los colegios visiten Pompeya, entonces mejor la gestión privada”.
“No es aceptable que se ignore la situación pese a que hay fondos públicos listos para ser gastados y privados que podrían invertir en ello o a través de un patrocinio o directamente de la gestión”, ha agregado Renzi. El pasado 29 de junio, cuando todavía era alcalde de Florencia, Renzi le alquiló Ponte Vecchio al presidente de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo por 120.000 euros para una fiesta privada.
Mientras, el nuevo ministro de Cultura de Italia, Dario Franceschini, nombrado recientemente por Renzi, convocó ayer una reunión de urgencia que se saldó con la asignación inmediata de dos millones de euros a la Superintendencia extraordinaria para Pompeya y Ercolano y Stabia “para intervenciones de mantenimiento ordinario”. El encuentro también sirvió para que el Ministerio sacara en un comunicado nueve puntos de actuación rápida. Entre ellos, “el arranque de todos los procedimientos necesarios para llevar a cabos las intervenciones de máxima urgencia” y “la aceleración del examen de las propuestas recibidas para la adjudicación del sistema informativo geográfico Pompeya”, un proyecto que servirá como base para establecer y mapear todas las obras que hay que realizar.
A saber si el aparente activismo bastará para aplacar las críticas que llueven de todos los lados. La última, en términos de tiempo, es la de la comisaría de la UE para la Cultura, Androulla Vassiliou: “Las autoridades locales, regionales y nacionales tienen que hacer más y coordinarse mejor”. No por nada la Unión Europea ha destinado 105 millones de euros al rescate del yacimiento arqueológico, en el marco del bautizado Gran Proyecto Pompeya, para salvar las 44 hectáreas que comprende el área arqueológica declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997. Al mando del proyecto se encuentra Giovanni Nistri, un general de los carabinieri, en una decisión que ha sido leída como un aviso a las infiltraciones de la camorra.
Sea como fuere, en Pompeya se multiplican los frentes, las acusaciones y los derrumbes. Prácticamente, llueve sobre mojado. Y, por desgracia, también sobre los restos.
Babelia
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