Alice Herz-Sommer, música para evadirse
Muere a los 110 años la superviviente más longeva del Holocausto
“Desde la primera nota, la música penetra en el alma y nos evade del mundo”, le gustaba subrayar a la pianista Alice Herz-Sommer sobre ese arte que, a pesar de la experiencia del horror nazi, le permitió mantener intactos el optimismo, la jovialidad y unas tremendas ganas de vivir. La concertista de origen checo, quien hasta su muerte, ayer en Londres a los 110 años, era la superviviente más longeva del Holocausto, es el personaje protagonista de un documental nominado para los Premios Oscar que se fallan el próximo 2 de marzo. El título resume la inspiración de una singladura extraordinaria: La dama en el número 6: Cómo la música me salvó la vida.
A lo largo de más de un siglo de historia, Herz-Sommer fue una reconocida concertista, también profesora, esposa, madre y prisionera del campo nazi de Theresienstadt. “Ya sé que hay mucha maldad en el mundo, pero siempre he mirado hacia lo bueno”, explica en el filme esta mujer que a los 104 años comenzó a estudiar filosofía y a quien le gustaba recordar una cita de Friedrich Nietzsche: “Sin música, la vida sería un error”. La cinta arranca en su Praga natal, donde la hija de una acomodada familia amante de la literatura y la música clásica comenzó desde niña a dar clases de piano. Entre los amigos que visitaban aquella casa estaban el tío Franz, apellidado Kafka, o el compositor Gustav Mahler.
En el campo nazi de Theresienstadt
Alice debutó como concertista en la adolescencia, se casó, tuvo a su hijo Rafi y disfrutó de una vida dedicada a la familia, la cultura y la música hasta que las tropas de Hitler invadieron su ciudad. En 1943, fue trasladada con los suyos a la ciudad-fortaleza de Theresienstadt, en la que eran recluidos muchos intelectuales y artistas judíos. Su marido y su madre murieron en los campos de concentración, pero ella se salvó porque sabía tocar el piano y podía deleitar a los verdugos con sus recitales.
Ella se salvó porque sabía tocar el
Tras el fin de la guerra y la liberación, Herz-Sommer y su hijo regresaron a Praga, aunque después de cuatro años emigraron a Israel. En el nuevo país permaneció la artista durante 37 años, impartiendo clases en la Academia de Música de Jerusalén y actuando en conciertos a los que asistió en más de una ocasión la entonces primera ministra Golda Meir. Pero cuando Rafi decidió trasladarse a Londres su madre le siguió. Alice se quedó en la capital británica después de que su único hijo falleciera a los 65 años. Allí, en su piso del norte londinense en el que dominaba un viejo piano Steinway fue filmado el documental que opta a los premios de la academia de Hollywood y que llevó a su director, Malcom Clarke, dos años y medio de trabajo. En aquellos días, la protagonista todavía dedicaba cuatro horas diarias a practicar el piano
“Lo que hizo Alice me recuerda al personaje de Roberto Benigni en la película italiana La vida es bella”, ha declarado Clarke sobre aquella historia del celuloide en la que un judío italiano simula ante su hijo que el campo de concentración donde viven apresados es el escenario de un gran juego. Al igual que la propia Herz-Sommer, una luchadora que utilizó la música para hacer soportable la existencia de su hijo en aquellos campos, tanto como la suya propia, e infundirle el espíritu de esperanza y todas las ganas de vivir.
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