El sencillo verso de lo grave

Que la obra de Nuno Júdice es una de las más sólidas, estables y personales de la poesía iberoamericana del último medio siglo es algo que no escapa a ningún lector de poesía bien informado. Desde su estreno poético en 1972 (de título significativo, La noción del poema) hasta su recientísimo Navegação de acaso, Júdice ha construido una obra poética amplísima, de una treintena de títulos, en los que manifiesta una extraordinaria fidelidad a su principio esencial: la creación en el territorio del poema de una atmósfera plenamente singular, de un clima que contagia y contamina al lector hasta casi hacerle sentir que está sentado junto al poeta en su mesa de trabajo o ante el mantel de papel de cualquier restaurante o café lisboeta. Júdice, maestro absoluto de la búsqueda de la sencillez en las palabras, dueño de un dominio del poema que le hace acercarse a los temas graves con la distancia que le proporciona algo así como una mirada interna y externa al mismo tiempo, es un poeta clásico atravesado por la modernidad, que ha legado a la literatura portuguesa (y también al espacio iberoamericano) un lenguaje y un tono: el inconfundible "tono Júdice", el del poeta sabio que desgrana con facilidad sorprendente los misterios de la existencia y de las palabras con la misma serenidad y armonía con que observa el cielo de su ciudad o imagina la vida de las gentes que caminan por sus calles. Especialmente desde tres títulos fundamentales: Meditación sobre ruinas (1995), El movimiento del mundo (1996) y Teoría general del sentimiento (1999), Nuno Júdice viene construyendo una especie de catedral de la poesía en lengua portuguesa, demostrando que figuración y trascendencia habitan el mismo lenguaje, el de la realidad, cuando la luz y la mirada convergen en una lectura sobria y elevada, al mismo tiempo, de los motivos esenciales del hombre, que son también los de su poesía: el amor y sus máscaras, las palabras, el paso del tiempo.