El poder ya no es lo que era
Moisés Naím diagnostica en su nuevo ensayo la transformación y degradación de la capacidad de mando en quienes toman las grandes decisiones mundiales
El poder, como la energía, no se crea ni se destruye... pero irremediablemente se disemina entre una multitud de agentes, de micropoderes en cuyas manos acaba degradado. Esa degradación, y su efecto en la marcha del mundo en el siglo XXI, es el tema central de El fin del poder(Debate), nuevo ensayo de Moisés Naím, prestigioso analista internacional y columnista de EL PAÍS. Y también centró una conferencia magistral dictada anoche por el pensador en la sede madrileña de la Fundación Rafael del Pino.
“El poder es cada vez más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder”, repitió en varias ocasiones durante su intervención el exministro venezolano y exdirector ejecutivo del Banco Mundial. Su exposición, ante un auditorio repleto, estuvo marcada por el mismo afán del libro, que apuesta por “limitar la opinión” para confiar el sostenimiento de sus cimientos intelectuales a los datos y a sus revelaciones sin trampas. Pareció consecuente entonces que la charla comenzase con una cascada de ejemplos, que Moisés Naím presentó como “un pequeño juego”.
¿Qué tienen en común el papa Benedicto, “el primero en renunciar en 700 años”, la imposibilidad de Obama de cumplir sus amenazas sobre Siria, la venta de The Washington Post por 250 millones de dólares a la nueva hegemonía de Amazon o el gigante fotográfico Kodak, declarado en bancarrota más o menos cuando Instagram, con su intangibilidad y sus “13 empleados”, cambiaba de manos por mil millones de dólares? Todas son palmarias demostraciones, según Naím, de que “el poder ya no es lo que era”.
El poder es cada vez más fácil de obtener y más difícil de usar”
“Es un hecho que está en plena mudanza: de EE UU o Europa a Asia, de los palacios presidenciales a las plazas públicas, del anquilosamiento de las grandes compañías a la frescura de las startups. Estas mudanzas son muy importantes, pero no basta con consignar esos movimientos de A a B. Es importante tener en cuenta que el poder que le llega a B es menor que el que tenía A”. El director durante 14 años de la influyente revista Foreign Policy admitió lo “intimidante” de su tarea (también se escuchó el adjetivo “polémico”). No tanto por la sombra de la caudalosa literatura precedente sobre el tema como porque el ensayo, que cuando apareció en inglés mereció comentarios elogiosos hasta de Bill Clinton (“cambiará tu manera de leer las noticias, tu manera de pensar en política y tu manera de mirar el mundo”), defiende “tesis que van en contra de la narrativa dominante”.
“Sé que afirmar que el poder se está volviendo más frágil y vulnerable contradice la percepción más extendida de que vivimos en una época en la que el poder está cada vez más concentrado y de que quienes lo poseen son más fuertes y están más afianzados que nunca”, admite Naím en el libro, antes de lanzarse a una estimulante refutación, de la que ayer ofreció un resumen por temas: de la fuerza militar, un Gulliver al que le crecen enanos como los drones (el recurso al héroe de Swift también salió a relucir anoche) a la política y su imparable descentralización, el mundo empresarial o las religiones, donde se dan fenómenos inéditos como la sangría de fieles a la que asiste el catolicismo en América Latina en favor de nuevos cultos, con su dinamismo “similar al de una startup”.
‘El fin del poder’ mereció el elogio del expresidente Bill Clinton
Establecido el diagnóstico, Naím trató de delimitar los porqués. “La primera reacción suele ser achacar estos cambios a la fuerza de Internet y de las redes sociales”, afirmó. “Aunque yo estoy en desacuerdo. Su influencia es importantísima, pero solo se trata de instrumentos; conviene aclarar quién los usa y para qué y dejar de tomarlos solo como tecnologías para la liberación, dado que ha quedado demostrada su eficacia como instrumentos de represión en algunos regímenes”.
En su opinión, las transformaciones del poder obedecen a una triple revolución. La del “más” (“es un hecho documentado; hay más de todo, más países, más tecnología, más comida, más ONG, más religiones más partidos políticos…”); la de “movilidad” (la desaparición de las fronteras impide a los que lo poseen ejercer su poder en un ámbito cautivo); y la de “mentalidad”, cuya transformación permite, explicó Naím antes de iniciar un diálogo con los asistentes, “un mayor rechazo al autoritarismo y una mayor proclividad a aceptar a los diferentes”.
Babelia
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