La estrella de Manaos
Marcelo Gomes no es precisamente un bailarín delicado, pero tiene todo lo demás: vigor natural, instinto rítmico y un poder muy físico
Marcelo no es precisamente un bailarín delicado, quizás carece de un punto de refinamiento, pero tiene todo lo demás. A su vigor natural, une su instinto rítmico, un poder muy físico que hace de su baile viril, un imán al que el público no se puede resistir; cuando hay que ser muy clásico, sabe serlo y entra en el estilo, pero cuando hay que ser moderno, aborda el cambio con brillantez y una cierta osadía. Es Gomes un destello el ballet brasileño de hoy y su más internacional figura, insertándose en una tradición de exportación del talento virtuoso en el que hasta ahora, mayormente habían brillado las mujeres, y citemos desde Marcia Haydée a Cecilia Keerche, Ana Botafogo y Roberta Marquez. En el baile masculino, casi contemporáneo con Gomes está el muy destacado Thiago Soares, primer bailarín del Royal Ballet de Londres y en la generación siguiente, despunta Denis Vieira, que ya cuenta con una legión de seguidores en el Ballet de Río de Janeiro.
Marcelo Gomes nació en Manaos el 26 de septiembre de 1979, esa ciudad mágica que tiene su más encantador teatro sobre el ya se han escrito mil historias y leyendas. Su carrera empieza con sus estudios en Río de Janeiro donde se convierte en el alumno predilecto de la maestra Helena Lobato, cursando también estudios en la Dalal Achcar Ballet School. Muy precoz, ya a los 13 años, Marcelo sale a la aventura americana recalando en el Harid Conservatory de Boca Raton (Florida), de donde salta a un curso especial en la Escuela de la Ópera de París. Esto fue definitivo para su perfil y su desarrollo. Volviendo a los Estados Unidos, completa su formación en el aula formativa del Ballet de Houston y en Cuba. Inmediatamente después de su paso por La Habana, gana el Premio Lausanne en 1996. A la temporada siguiente entra en el cuerpo de baile del American Ballet Theatre de Nueva York, probablemente la compañía de vocación más cosmopolita del planeta, donde su despunte es vertical: solista en 2000 y bailarín principal, la máxima categoría, en 2002. Ya en 2001la revista Dance Magazine se había fijado en él nombrándolo como una de las personalidades en ascenso. En 2008, Marcelo se alza con el Premio Benois de la Danza en Moscú por su creación del rol de Otelo en el ballet homónimo de Lar Lubovitch. En 2013 ganó el Premio Positano al mejor bailarín internacional, galardón que no pudo recoger en esa ciudad italiana este verano por una inoportuna lesión en una pierna.
Adorado en Japón, donde baila casi anualmente y donde fue partenaire de Alessandra Ferri en su adiós a la escena, también ha aparecido con el Ballet Nacional de Holanda (HET) y con el Ballet Nacional de Canadá. Viajó recientemente hasta San Petersburgo para ponerse en manos de Nacho Duato (había sido elegido por el valenciano en Nueva York para interpretar Remanso, que ya anunciado que lo tendrá en el Ballet de Berlín a partir de 2014 como estrella invitada). No ha faltado tampoco a los escenarios de La Habana, el Teatro Colón de Buenos Aires o su querido Teatro Municipal de Río de Janeiro. Ha sido un invitado de excepción en el New York City Ballet, la otra agrupación titular de la ciudad donde reside y donde es fácilmente reconocido por la calle y donde recibe el tratamiento de estrella.
Este año, en Londres, tuvo lugar una gala titulada Kings of the dance, y allí estaba brillando Gomes, que bailó el solo Prototype creado para él por el italiano Massimiliano Volpi. En la misma velada, apareció junto a Denis Matvienko y Leonid Sarafanov en Remanso de Duato, ese trío masculino que ya es un clásico contemporáneo.
También despunta ya el Marcelo coreógrafo, que ha creado un cuarteto para hombres y una pieza compleja: Paganini (sobre el Capriccio 3), que estrenó él mismo en el Joyce Theater de Nueva York en 2011 con Misty Copeland. En estos días, el bailarín español Carlos López está bailando Paganini en el Festival de Coreógrafos de San Juan de Puerto Rico.
Igual que Roberto Bolle fue la estrella de la apertura de los Juegos Olímpico de invierno de Turín, ya se ha dicho que será Marcelo Gomes quien evoque o remede a Apolo en los próximos Juegos de Brasil.
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