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Bobby Martin, uno de los artífices del sonido de Filadelfia

Firmó los arreglos de los grandes éxitos de MFSB, Billy Paul, Lou Rawls, los O'Jays y otras figuras del sello PIR (Philadelphia International Records)

Diego A. Manrique
El músico Bobby Martin.
El músico Bobby Martin. europa press

Robert L. Martin, conocido como Bobby Martin, falleció el viernes 6 de septiembre en un hospital de San Diego (California), con 83 años. Martin, natural de Ohio, ejerció como compositor, arreglador y productor detrás del llamado Sonido de Filadelfia, elegante soul orquestal que dominó listas de ventas y pistas de baile durante buena parte de los setenta, y que contaminó a figuras como Elton John (Philadelphia freedom) o el mismísimo David Bowie, que acudió a la ciudad para elaborar su Young americans (1975).

Filadelfia, que fue prolífico centro de producción de pop juvenil, también se afianzó en los sesenta como fábrica de soul sofisticado. Sin embargo, estaba eclipsada mediáticamente por la industria discográfica de urbes como Detroit, Chicago o Nueva York. La apuesta de Kenny Gamble y Leon Huff, productores y compositores, fue afianzar un Philadelphia sound, arropado por cuerdas y metales, iluminado por detalles jazzísticos. Para ello, pactaron con la multinacional Columbia, históricamente deficiente en música negra, que financiaría su sello, Philadelphia International Records (PIR).

Era un acuerdo razonable: comenzaron con un adelanto de 75.000 dólares y un presupuesto de 25.000 por cada elepé. Gamble y Huff trabajaban en Sigma Sound, unos estudios adecuados para grabar grandes formaciones. Contaban con una cantera de instrumentistas de variada procedencia —jazz, conservatorio, salsa, rhythm and blues— que se agruparon en una orquesta flexible denominada MFSB, iniciales de Mother Father Sister Brother, en sintonía con el lema de Filadelfia: “la ciudad del amor fraterno”.

Si Motown se vendió como “el sonido de la joven América”, PIR ofrecía la banda sonora de personas que entraban en la madurez. Se trataban asuntos como el adulterio (Me and Mrs. Jones, de Billy Paul), la paranoia generada por la competitividad (Backstabbers, de los O'Jays) o las aspiraciones de la creciente clase media afroamericana. Sin embargo, también hacían música sin complicaciones, como “TSOP” (es decir, “The sound of Philadelphia”), firmado por MFSB, popularizada inicialmente como indicativo del programa televisivo Soul Train. Allí cantaban las Three Degrees, también responsables de éxitos pegajosos, muy beneficiadas en el Reino Unido por la admiración que les manifestaba el príncipe Carlos; fueron invitadas incluso a su boda con Lady Di.

El “secreto” de PIR era el potencial de sus hombres en la sombra. Aparte del tándem Gamble-Huff, allí estaban Vince Montana, Thom Bell, Dexter Wansel, Norman Harris y el recién fallecido Bobby Martin. Si hemos de creer la leyenda, solían repartirse el trabajo en paz y armonía: urgía evitar los celos entre los artistas locales si llegaban grupos de fuera, como los Jacksons o los Manhattans. Creadores polivalentes, cabalgaron cómodamente sobre la ola de la disco music, en su vertiente más noble: grandes voces negras invitando al baile.

Martin quizás rompía el molde: tenía una profunda devoción por el jazz. Podía rechazar encargos lucrativos para trabajar con históricos como el saxofonista Benny Golson. Afirmaba que ciertos hallazgos rítmicos del be-bop podían integrarse en el corazón percusivo de la disco music. También reconocía debilidad por el poder narrativo de muchas canciones country.

PIR perdió impulso a partir de 1975, tras ser objeto de una investigación por payola (soborno a locutores para que pincharan sus discos). Todavía les esperaban destellos de gloria, como el lanzamiento en solitario de Teddy Pendergrass, antes cantante de Harold Melvin & the Bluenotes, o el apabullante Ain't no stoppin' us now, de McFadden & Whitehead, pero se renunció al proyecto colectivo. Bobby Martin aceptó la oferta de un antiguo conocido del circuito del jazz, Quincy Jones, y se instaló en California. Allí compaginó el trabajo en los estudios, especialmente en el sello A & M, con las labores educativas.

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