Santander se viste de Barroco
El concierto del director francés Vincent Dumestre trae la música que la corte francesa del siglo XVII amó a una iglesia del XIX
Cierre los ojos. En un ejercicio de la imaginación, puede trasladarse de la iglesia de Santa Lucía, en Santander, a la corte francesa de damas y caballeros de la aristocracia francesa que en el siglo XVII amó estas piezas musicales. El espacio austero de la nave abierta a los fieles en 1868, ideado por un arquitecto que se inspiró en el arte renacentista y paleocristiano, fue ayer el escenario de un espectáculo, ante unas 400 personas, que traía la música barroca temprana a la ciudad de la mano del director Vincent Dumestre. Dumestre trabaja como un arqueólogo a la busca de restos de partituras de la época que reconstruye con tesón en su compañía fundada en 1997, Le Poème Harmonique.
El murmullo sordo de los asistentes, un aire templado y una indescriptible tensión, como el que antecede un largo viaje, precedieron el arranque de las actuaciones, además de un momento infinito en que los músicos afinaban sus instrumentos. Después, la solemnidad del negro de los intérpretes que aparecieron ante el publico, con Dumestre integrado entre el conjunto como laudista, se combinaron bien con la austeridad de la iglesia. De la tranquilidad de las primeras piezas se pasó a una agitación más palpable, de los acordes suaves se llegó a la confrontación en que los músicos se transforman en actores, y sus gestos, su interpretación, y el movimiento en el altar-escenario hablaron de un estilo en el que el artificio teatral también es protagonista.
El concierto de música antigua Airs de cour y músicas instrumentales en la corte de Francia en el siglo XVII ha constituido el colofón a una semana en que Dumestre ha impartido su curso magistral a un grupo de 14 alumnos en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Han sido horas y horas de ensayo de las obras de los compositores franceses Jean Boyer, Fabrice Caïetain, Louis Couperin, Eustache Du Caurroy, Giulio Caccini, Didier Le Blanc, Etienne Moulinié, Sieur De Beaulieu, Pierre Guédron y Gabriel Bataille en el paraninfo de la Magdalena, cuyo escenario se había revestido de instrumentos como los laúdes, las tiorbas, o las guitarras barrocas. El director se ha hecho cargo de la dirección artística, el barítono Marc Mauillon, de la interpretación y técnica vocal para los cantantes y Lucas Peres ha coordinado el conjunto instrumental y viola da gamba. Dos sopranos, un alto y un bajo y una flauta y un clave, entre otros, componen un grupo que debía alcanzar un nivel “pre-profesional” que en poco tiempo –el curso ha durado una semana- pudiera llegar a los detalles necesarios para el concierto.
El aprendizaje teórico pero, sobre todo, muy práctico de la técnica vocal, de la pronunciación, de las ornamentación y el estilo… La idea detrás del curso que ha precedido al concierto ha sido, según Dumestre, comenzar en la UIMP “un laboratorio de experimentación” con un repertorio que había sido perdido, abierto a músicos de distintas procedencias y con el proyecto de un ciclo de música barroca española, francesa e italiana en mente. “Los alumnos se han encontrado con la exigencia de enfrentarse al mismo tiempo al director y al músico”, ha afirmado Dumestre en rueda de prensa.
El director de orquesta, laudista y guitarrista Vincent Dumestre fundó Le Poème Harmonique con el ánimo de construir un repertorio de música barroca, en el que la innovación en los programas fuera marca de la casa. Sorprende la participación de Dumestre como instrumentista de sus conciertos, también en este de Santa Lucía. Ahora mismo, es el único director de música barroca del mundo que dirige una compañía comprometida con la realización de grandes producciones, y la crítica ha señalado su contribución a una nueva percepción sobre las relaciones entre la música y el teatro. Todo, acompañado de popularidad y de la grabación de más de treinta discos.
El estilo de Airs de cour nació a finales del siglo XVI con una polifonía a cuatro o cinco voces y estrofas que permitían la mejor comprensión del texto. En el siglo siguiente, maravilló a la aristocracia parisina y se fue adaptando al ballet.
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