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se busca talento

Revivir los ochenta con monigotes

Juan Valverde Marín es un modelador 3D que ha debutado en el cortometraje de animación

Juan Valverde, modelador en 3D y debutante en el corto con 'Monigote'.
Juan Valverde, modelador en 3D y debutante en el corto con 'Monigote'. Consuelo Bautista

El televisor, Telefunken. En un estante, un radiocasete, de los de cintas. Y sobre la mesa, Fanta en botella panzuda y peta-zetas. Hasta el suelo de parqué huele a hogar de los ochenta. Juan Valverde Marín (Cádiz, 1981) es el responsable de recrear con animación digital este salón para su Monigote, corto que le ha valido su selección para Se busca talento y en el que uno de estos muñecos recortado de un periódico. "Es un homenaje a mi infancia y a mi padre", relata el artista. "No diré que éramos una familia pobre, pero sí sencilla. Y él se las apañaba para decorar el salón cortando monigotes y llenándolo de globos".

Desde muy niño, Valverde ha tenido el gusanillo de inventar. Los primeros pasos los dio con los LEGO: “Me daba igual que allí dijera que había que hacer un castillo. Cogía las piezas y me montaba una nave espacial o lo que me apeteciera”. Aún de niño, dio el salto a creaciones propias con los materiales más caseros. “Hice dinosaurios y montañas rusas con alambres, cartones y tapas de botellas. Hace poco me los volví a encontrar y me sorprendí. No estaban nada mal”.

Pero por mucho trabajo y esfuerzo que le dedicara a sus creaciones infantiles, no es nada comparable a la cantidad de horas que consumió en Monigote, su trabajo final para el curso de modelado 3D que cursó en la escuela Evolis de Barcelona. “Ni puedo calcularlas. Fueron tres meses. Pero el último mes no me tomé un respiro y trabajaba en jornadas de 10 horas al día”. Uno de los mayores problemas de la animación digital es el tiempo que se consume en el renderizar, es decir, en generar la imagen final con todos los efectos de iluminación y texturas partiendo de un modelo más simple. “Aunque tenía un buen ordenador, no había manera. Pero en la escuela fueron muy amables y me dejaron emplear la computadora de allí para renderizar. Aun así, para un plano de tres segundos, tardaba unas tres horas”. Por esta demora, Valverde tuvo que renunciar a que Monigote se disfrutara en alta definición. Pero a cambio pudo aplicarle un filtro granulado que  ayuda a redondear la atmósfera ochentera.

Aunque sea su primer trabajo de ficción, este artista lleva ya unos años complementando multitud de oficios —ha sido teleoperador, dependiente en gasolineras, quioscos o la tienda del Circo del Sol— con su faceta audiovisual. A través de su productora, CHL Studios, Valverde afronta trabajos más creativos, como el videoclip Callo para la cantante italiana Donatella Rettore, con otros más alimenticios, como montajes para bodas.

En estos momentos, este joven creador gaditano de 31 años, que se autodefine “ibérico como el buen jamón”, se encuentra afrontando su mayor reto: diseñar un personaje para la compañía de videojuegos española Gameloft, responsable de las versiones para móviles y tabletas de Gru, Mi villano favorito o A todo gas 6. Si este nuevo reto saliera bien, Valverde podría olvidarse de trabajos temporales y dedicarse a vivir de su imaginación. Pero lo que más le gustaría con su obra es “transmitir valores, dar un mensaje con cada nueva creación, pues hoy apenas se valoran las moralejas tan bonitas como las que había en los cuentos con los que mi generación se crio”.

El caótico ordenado

Para Juan Valverde, la creación nace fruto de la paradoja. En bañador, sufriendo el calor pegajoso de la ciudad condal, este artista andaluz tiene que tener la mesa despejada de objetos: “Solo mi ratón y mi teclado”. Sin embargo, a la hora de crear en sí el caos se apodera de su imaginario. “Me dejo llevar por el instinto creativo. Me gusta tantear y no saber exactamente adónde voy, que las cosas surjan por sí mismas”.

Entre los miles de ideas que tiene anotadas, a Valverde le gustaría llevar a cabo una serie de personajes de animación para el público infantil. Unos personajes coloristas y un argumento sencillo y bienintencionado serían los pilares de este proyecto. Sin embargo, este creador no quiere concretarlo todo. “Un día, mientras estoy caminando por la calle, me viene la idea y ya está”. El caos en la mente. Pero ni un vaso en la mesa.

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