Cóctel sudafricano en los Pirineos
Las bandas BCUC (músicos negros de Soweto) y Touchwood (blancos de Ciudad del Cabo) comparten autobús, mantel, hotel, escenario y complicidades en su gira española
Dice mucho de nuestra personalidad el asiento que elegimos cuando subimos a un autobús. ¿Son siempre los tímidos los que se sientan en las primeras filas y los gamberros en el gallinero? ¿Es al revés? ¿Se puede dormir una buena siesta en medio del pasillo? Hoy, en este pequeño autobús que se dirige al Pirineo aragonés no sirven las teorías, ni las reglas ni los complejos. Viajan dos bandas sudafricanas. Una de chicas y otra de chicos. Ellas, componentes de Touchwood (tacto de madera), son blancas (dos de ellas gemelas), veinteañeras, tímidas (luego veremos que no tanto) y de Ciudad del Cabo: han elegido la parte de atrás del autobús, donde se amontonan las maletas e instrumentos. Ellos, miembros del grupo Bantu Continua Uhuru Consciousness (BCUC), son negros, treinteañeros, extrovertidos y de Soweto, el área más castigada en los setenta y ochenta por el apartheid, en Johannesburgo: se sientan en las primeras filas. Pocas veces dos bandas tan diferentes del mismo país han compartido un espacio tan pequeño.
Viajamos en dirección al festival Pirineos Sur, que desde hace 22 años se celebra en Huesca, en pleno Valle de Tena. Ya saben, un marco, claro, incomparable, donde ambas bandas ofrecieron hace dos noches sendas actuaciones. Una parada más en esta extraña, divertida y llena de contrastes gira auspiciada por Casa África, que les llevará por casi quince ciudades este mes en España (hoy actúan en Madrid). No es sólo el color de la piel lo que más les diferencia: ellas practican un folk bucólico de influencia escocesa pero con pulsión africana. Ellos profundizan en las raíces del continente y las mezclan con soul y hip hop convirtiendo sus canciones en una espectacular improvisación visceral, rebelde y a ratos espiritual. Dos horas en autobús bastan para ver más contrastes: a ellos les gustaría asistir a una corrida de toros; a ellas, vegetarianas convencidas, les horroriza el asunto. Ellas se pirran por saber cosas de los Rolling Stones —su mánager se ha unido a esta expedición procedente directamente del concierto que han dado Mick Jagger y Keith Richards en Hyde Park el día anterior y le acribillan a preguntas—; ellos pasan del tema y se echan su primera cabezada. Ellas encuentran un hueco para dormir en el pasillo trasero del autobús. Hasta el pueblo de Medinaceli.
Aquí, en un bar de carretera, toca parada y fonda. Todo marcha sobre ruedas (paellas, gazpachos y macarrones conforman el menú) hasta que por la televisión, antes de que el telediario detalle los asuntos de Bárcenas, aparece King África en un horrendo reportaje sobre la canción del verano. “¡Alaaaaaaa, cómo molan!”, exclaman casi todos al unísono. Se hace difícil explicarles que no es así. Mejor continuar la ruta hasta Pirineos Sur.
No hay siesta después de comer. Las chicas, que no pasan de los 21 años (¡por fin una banda joven de verdad!) canturrean preciosas canciones con su ukelele en la parte de atrás y los componentes de BCUC le siguen el ritmo con las palmas.
Zithulele Ntosi, de 36 años, más conocido como Jovi, toma el mando de la conversación. Es el jefe. Un huracán que no para de hacer chanzas. “Los hombres de verdad en Sudáfrica no tomamos helados”, bromea al ver a las chicas tomarlos en una parada técnica. También se pone serio: “Somos la primera generación post-apartheid y estamos eternamente agradecidos a Nelson Mandela”, explica. “Gracias a él, que dos bandas tan diferentes como estas viajemos juntas se convierte en una cosa normal. Estamos hechos de nuestro pasado, pero somos el futuro. Nuestras canciones son el reflejo de las aspiraciones y los sueños de la actual Soweto”. ¿Cuáles son esas aspiraciones y sueños? “Que cada vez que se cite Soweto no hay que hablar de crímenes. Es una zona funky y abierta a todo el mundo. No hay mucho dinero pero la gente vive bien. Ah, y no hay leones ni elefantes”, precisa mientras pone cara de querer hacer otra broma: “La gente nos pregunta que por qué siendo tan guapos no escribimos canciones sobre amor y chicas”, completa Jovi, que se muere de risa.
La entrada a los Pirineos les pilla a la pandilla con la boca abierta ante la belleza del entorno. Menos a Ruth de Feitas, de 21 años y cantante de Touchwood, que se lleva la mano al pecho y anuncia a sus compañeras de grupo, las gemelas Julia y Tessa Johnson, que tiene “el corazón roto”. No se asusten. Se acaba de enterar de que no actuarán en el escenario principal del festival que, literalmente, flota en el pantano de Lanuza. Un lugar mítico por el que han pasado más de 600 grupos. “Y algunos han acabado en el agua”, relata Luis Calvo, de 49 años y director del festival, que se celebra hasta el 28 de julio. Luis ha sido uno de los miembros del jurado que ha elegido a estas dos bandas como ganadoras del concurso Vis a Vis, que la Casa África lleva celebrando desde hace cuatro años por el continente en una labor de diplomacia pública. “En Pirineos Sur siempre hemos apostado por la variedad cultural del planeta. Y estos dos grupos mostraban unos interesantes contrastes que encajaban con el tema principal de este año: Música de las grandes ciudades. Ellos vienen de dos ciudades completamente distintas, con música completamente opuesta, pero que tiene el mismo sentimiento”.
Pero habíamos dejado a Ruth con la mano en el pecho. Decepcionada. No actuarán en el escenario principal, pero el secundario, situado en el pueblo de Sallent de Gállego, también tiene su encanto. Para compensar a Ruth organizamos una urgente prueba de sonido en el escenario flotante a media mañana. A todos los músicos les basta sacar los instrumentos (ellas, los ukeleles y las guitarras; ellos, la vuvuzela de metal) para que todos toquen juntos y surja una magia única procedente de dos historias distintas.
La de BCUC se remonta a hace diez años y su grito de guerra es: música para la gente, con la gente y por la gente. En directo son un tiro. Improvisan y consiguen contagiar al público de la fuerza de Jovi, que, como un James Brown africano, alarga las canciones hasta el éxtasis. Su feroz sonido, que mezcla el blues y el hip hop, contrasta con la delicadeza folk de Touchwood, que en directo dejan de ser las tres chicas tímidas para llenar el escenario de melodías. Basta ver la fuerza con la que la gemela Tessa (¿o era Julia?) golpea la marimba.
Las tres se conocieron el año pasado durante un festival a favor de la conservación de árboles e hicieron de ello su bandera. “Somos pequeñas pero poco a poco se pueden cambiar las cosas” es su lema. Hay más: sus tarjetas de visita (atención a la idea) además de ser de papel reciclado, se convierte en semillas. “Si la entierras y la riegas, nace una planta africana llamada Daisy”, explica Ruth. El grupo de las chicas se completa con un chico, Matthew Norris, de 20 años, que ejerce de apoyo masculino. “Aunque hay veces que nos olvidamos de que es un hombre y les contamos nuestras cosas de mujeres. Entonces pone cara de interesante, pero al segundo se escapa a su habitación”.
Al terminar sus conciertos los dos grupos se funden en un abrazo fraternal. Hay abundantes risas y hay repetidos choques de manos en una comunión perfecta, aunque de repente surge otro pequeño contraste. Ellas, las tímidas, las que se habían sentado en la parte de atrás del autobús, sacan de la nevera una botella de tequila que comparten con quien esté dispuesto. Ellos, que se sentaron delante, sonríen y dan las gracias, pero prefieren apurar sus refrescos. Ni teorías ni reglas ni complejos.
BCUC y Touchwood actuarán de nuevo esta noche juntos en la sala Tempo de Madrid. Y el sábado y el domingo, en el festival Etnosur de Alcalá la Real (Jaén) Más fechas en www.casaafrica.es
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