Hipótesis cimentadas, certezas interesadas
Se veía venir, y el problema ha venido. Cuando las heridas se cierran en falso, escuecen. Y a algunos de los profesionales del mundo de la arqueología y de la geología que asistieron a los debates en torno a la autenticidad o no del supuesto conjunto románico de Mas del Vent, en Palamós, el escozor les ha hecho reaccionar. ¿Cómo? Haciendo su trabajo. Estudiando. Investigando. Contradiciendo. No puede decirse que demostrando, pues todo lo relativo al claustro de Palamós es ya, con toda probabilidad, mera carne de hipótesis, pero las hipótesis hay que cimentarlas con la única mezcla posible: ciencia e intuición, dato e interpretación. Nadie puede garantizar que las historias —la Historia (ni siquiera la del arte)— fueron como nos las contaron y como nos las cuentan. Solo que de algunas nos fiamos más.
La forma en que los responsables culturales de la Generalitat catalana cerraron la herida —digamos las dudas metodológicas y científicas en torno a si Mas del Vent es o no es un magnífico conjunto románico del siglo XII— se pareció bastante a un cruce de caminos entre el capricho, los intereses económicos ocultos y la incompetencia por lo de casi siempre, un país de pandereta. Resumen: unos gestores político-culturales que, más allá de convocar a un grupo de expertos para poner en común y consensuar con ellos todas las interpretaciones y posibilidades, les dicen algo así como: “Señores expertos, esto es lo que hay, y esto es lo que queremos que se consensúe de forma unánime”.
Un año después, aquel desaguisado en forma de informe oficial que hablaba a la vez de “recreación” (luego falsedad) y de “elementos originales” (luego autenticidad) queda en entredicho con las tesis defendidas y en Lisboa por el historiador Gerardo Boto. La herida se reabre. Empieza la segunda parte del partido.
Babelia
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