El loco del pelo rojo
Películas sobre pintores hay muchas, pero pocas han sido tan fieles al artista como el 'biopic' de Van Gogh dirigido por Minnelli
Películas sobre pintores hay muchas, pero pocas han combinado con tanto talento una trama novelesca con una estética tan fiel a la visión del artista: la vida y las obras de Van Gogh. 57 años después de su estreno, El loco del pelo rojo sigue siendo una apasionante película que, sobre todo, transmite pasión. En buena parte gracias al entusiasmo que aportaron todos los que participaron en ella.
El loco del pelo rojo nació a la estela del éxito de Moulin Rouge, que John Huston había rodado en torno a la figura de Toulouse-Lautrec. El guión estaba basado en Lust for life, una novela de Irving Stone que se había publicado tres años antes. En cuanto se enteró del proyecto, Vincente Minnelli se postuló ante la Metro Goldwyn Mayer como director, aunque aparentemente el tipo de producción no coincidiera del todo con sus trabajos anteriores. Buena parte de las escenas, por ejemplo, se rodarían en exteriores y el presupuesto, bastante limitado, iba a impedir la detallada planificación a la que Minnelli estaba habituado. Viendo el resultado, cuesta creer que buena parte del rodaje fuera fruto de la improvisación, pero lo cierto es que el guion cambiaba sobre la marcha y que las localizaciones se iban decidiendo a diario. Después de meses de lecturas y documentación, Minnelli y el productor, John Houseman, se habían convertido en auténticos expertos en Van Gogh, y Kirk Douglas, que con su barba teñida de rojo había logrado un extraordinario parecido con el artista holandés, sentía que ese iba a ser uno de los papeles de su vida. Durante varios días recorrieron en coche las comarcas del sur de Francia en las que Van Gogh creó buena parte de su obra. Les seguía una furgoneta con el equipo técnico. Cuando veían un paisaje que evocaba algunos de los óleos del genio, paraban, descargaban la cámara y las reproducciones de pinturas, y se disponían a rodar. Un método de trabajo visual, basado en la inspiración que, desde luego, tenía algo de pictórico en su ejecución. No obstante, la naturaleza impuso sus propios ritmos. Minnelli no había podido empezar el rodaje hasta terminar por completo su anterior película, Un extraño en el paraíso. El viaje a Francia se demoró, por tanto, hasta agosto, cuando las flores empezaban a marchitarse y muchos campos de trigo se habían ya cosechado. Para algunas de las secuencias, un equipo especializado se encargó de mantener artificialmente un enorme trigal con ayuda de productos químicos.
Uno de los grandes logros de El loco del pelo rojo es su capacidad para transmitir el proceso creativo de un artista atormentado, algo que se logra en gran medida gracias a la calidad de las reproducciones y la credibilidad de las pinturas en sus diferentes fases de desarrollo. Para conseguir estas copias y bocetos, el equipo de dirección artística fotografió al detalle las obras originales. Las fotografías se proyectaron desde la parte inferior de unas mesas de tablero traslúcido en las que un equipo de pintores fueron reproduciéndolas pincelada a pincelada. Otra de las obsesiones de Vincente Minnelli era que el aspecto visual de su película evocara la luz y los colores de Van Gogh. Para ello decidió rodar en Ansocolor, un tipo de negativo que se había ya dejado de comercializar. La Metro compró los últimos rollos y tuvo que habilitar un laboratorio especial para su revelado. La emulsión del Ansocolor, sin embargo, no resultaría muy duradera. Muchas de las copias fueron apagándose con el paso de los años y, hoy en día, sólo las versiones restauradas mantienen la fuerza cromática del original.
El loco del pelo rojo fue un éxito de taquilla, Anthony Quinn obtuvo el Oscar como mejor actor de reparto por interpretar a Gauguin y Kirk Douglas, que también estaba nominado, se quedó a las puertas del de mejor actor. Vincente Minnelli decía que era la película favorita de su filmografía y los críticos la consideran como una de los mejores exponentes del género de cine y pintura. Una película que parece enteramente rodada dentro de uno de los cuadros de Vincent Van Gogh.
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