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La librería del exilio cubano cierra sus puertas

La Librería Universal, que durante 48 años ha sido lugar de encuentro del exilio, en la calle 8 de Miami, dejará de funcionar el 20 de junio próximo

Juan Manuel Salvat, fundador de la librería Universal de Miami.
Juan Manuel Salvat, fundador de la librería Universal de Miami.M. P.

El mundo que conoció Juan Manuel Salvat ha cambiado sin remedio. El de los libros y el del exilio. Salvat, de 73 años, es el fundador de la librería Universal, establecida en 1965 en la calle 8 de Miami: lugar de encuentro y referencia de varias generaciones de cubanos que desde el triunfo de la revolución de los hermanos Castro han dejado la isla, y que el próximo 20 de junio cerrará sus puertas, arrastrada por los tiempos y las nuevas tecnologías.

“En la Librería Universal, situada en la conocida calle ocho y 31 avenida de Miami encontrará una selección de miles de libros en español. Si no encuentra el que desea leer, nosotros trataremos de conseguirlo para usted”. Esa fue durante los últimos 48 años, la razón de ser de esta empresa, dedicada a la distribución y edición de libros cubanos, donde cientos de escritores, la mayoría de ellos vetados por el régimen de la isla, consiguieron publicar sus obras. Pero el negocio ya no es factible, no solo para esta compañía sino para miles de librerías en todo el mundo. “La librería depende del papel y si la mayor parte de la gente comienza en leer en tabletas y a ordenar libros por internet, la librería se vuelve imposible de sostener económicamente”, explica Salvat.

En el mundo de Salvat y de la librería Universal, el primero en cambiar fue el lector cubano, que se encontraba entre los estantes y en las tertulias. “Esa primera generación del exilio, la más lectora, se ha ido muriendo o está muy vieja. Las nuevas generaciones, los hijos nuestros, aunque se sienten cubanos, no conocieron Cuba, no tienen las herramientas de la nacionalidad y su primer idioma es el inglés, no el español”, dice el editor. A la par de ello, el mundo editorial cambió. La cadena de librerías Borders, entre las más grandes de Estados Unidos, se declaró en bancarrota en febrero de 2011. Su principal rival, el grupo Barnes & Noble, compró la marca, pero ya ha comenzado a cerrar también el 30% de sus tiendas en todo el país.

“Ahora estamos en las puertas de un mundo totalmente diferente. Es triste no poder ir por los pasillos, y mirar libros y sacar uno y olerlo y tocarlo, sentir la textura, la tinta. Pero el mundo evoluciona, no hay forma de parar esa evolución”, opina Salvat. Es posible que su sello, Ediciones Universal, continúe su marcha editando libros electrónicos para el mercado hispano, pero con un catálogo mucho más reducido del que alguna vez llegó a tener.

Juan Manuel Salvat tuvo una breve alegría este miércoles, cuando el diario The Miami Herald publicó un artículo en el que aseguraba que Miami era la tercera ciudad con más lectores de libros electrónicos de Estados Unidos, descargados a través de la plataforma Amazon. Hasta que leyó en el penúltimo párrafo que los géneros favoritos del lector del sur del Estado de Florida son la autoayuda y las novelas románticas, con Cincuenta sombras de Grey a la cabeza de las obras más descargadas. Nada que se consiga en el catálogo de Universal.

Desde 1965, Salvat ha publicado más de 1.600 títulos. El primer libro no era cubano: fue la encíclica Populorum Progressio (El desarrollo de los pueblos), promulgada en marzo de 1967, donde el papa Pablo VI denuncia el agravamiento de los desequilibrios entre países pobres y ricos. Le siguió Poesía en éxodo, una antología de poetas cubanos del exilio. También están en la lista los vocabularios y los cuentos de Lydia Cabrera, una novela de Guillermo Cabrera InfanteVista del amanecer en el trópico-, la primera y la última novela de la tetralogía de Reynaldo ArenasEl asalto y El color del verano- y El pan de los muertos, la colección de semblanzas de Enrique Labrador Ruiz; todos ellos, autores cubanos.

Los libros de Universal habían logrado colarse en los anaqueles de Cuba y pasar de mano en mano durante los últimos 48 años. “Pero eso también se ha cerrado un poco, aunque siempre entran. Antes, las bibliotecas de los obispados podían recibir libros. O alguien los llevaba en la mano al entrar en Cuba. Luego comienza el proceso de lectura, que es increíble: un libro lo pueden leer cien, doscientas personas”, dice Salvat.

Lo mismo que Labrador Ruiz, Juan Manuel Salvat nació en Sagua La Grande, una pequeña ciudad de la provincia de Villa Clara, sobre la costa norte del centro de Cuna. Desde 1959, Salvat estuvo dedicado a la lucha contra la revolución de los hermanos Castro, primero en la clandestinidad y luego en el exilio. La última vez que salió de la isla, en 1960, lo hizo a través de la base naval de Guantánamo. “Brinqué la cerca y vine a Miami, pensando en regresar de nuevo. Pero las circunstancias se hicieron muy difíciles, llegó un momento en que ya no había vías de lucha. Entonces decidí poner la librería, encontrar en el libro una forma de cercanía a Cuba. Siempre tuve la ilusión de llegar a La Habana con todos esos libros. Y eso ya es casi imposible”.

El cierre de la librería está pautado para el 20 de junio próximo y aún hay casi medio millón de ejemplares en sus almacenes, esperando por ser leídos y puestos a precios de remate. El color del verano de Reynaldo Arenas ya está rebajada. “Preciosa novela. Difícil, enloquecida, llena de imaginación, con un final tremendo”, recuerda Salvat. En las últimas páginas de la novela de Arenas, los cubanos comienzan a comerse la corteza de la isla y la isla se va a la deriva. Entonces comienza la discusión entre los cubanos de hacia dónde ir: unos quieren ir a África, otros a Europa y otros a Estados Unidos. “Y en esa guerra, se hunde la isla. Y se acabó. Ese final yo lo veo, ha sido tan real siempre en la historia nuestra”.

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