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EL CREADOR QUE HIZO DEL EROTISMO SU SELLO

Adiós al cineasta de la pasión ibérica

Bigas Luna fallece a los 67 años debido a una leucemia que había llevado en secreto El director descubrió a una generación de actores, que incluye a Penélope Cruz y Javier Bardem

Gregorio Belinchón
El cineasta Bigas Luna.
El cineasta Bigas Luna. vicens giménez

Con Bigas Luna aprendimos que los pechos de una chica pueden saber a tortilla de patatas; que si un tipo tiene dos testículos, ¿por qué no puede llevar dos rolex?; que de las tetas de una chica puede salir un camino de leche que lleve a mundos gozosos; que se puede ser prostituta e ingenua; que hay relación directa entre los caniches y las piscinas abandonadas, sucias, cubiertas con hojas muertas y cadáveres de animales; que el Brando monegrero se podía enamorar de la perla de Monegrillo bajo un cartel de toro; que una película se puede anunciar con un póster de un pez y una salchicha en la boca; que en el cine español había espacio para ménage à trois, cuero, travestis; que donde menos te lo esperas hay una joven estrella digna de ser filmada; que las mujeres son eternamente atractivas, inteligentes, insinuantes y que solo hace falta poner una cámara y saber filmarlas… Que la comida, el sexo y el humor debían estar interconectados, que el erotismo es turbio y a la vez humano, que la Tierra es la madre, que el cine es solo un pálido reflejo de lo telúrico y que para dos días que estamos en la Tierra o nos reímos o para qué hemos venido.

La muerte de José Juan Bigas Luna (Barcelona, 1946) el viernes, víctima de una leucemia, ha dejado conmocionado al cine español. El cineasta había llevado en absoluto secreto su enfermedad, mientras preparaba su siguiente rodaje, Segon origen, adaptación de la novela El manuscrit del segon origen, de Manuel de Pedrolo. La filmación, prevista para el inicio del verano, se mantiene según el coguionista y productor Carles Porta, “siguiendo sus instrucciones, su planificación y su ilusión”. La película, en 3D, está dirigida al público juvenil —sus protagonistas son dos niños, que parecen ser los únicos supervivientes de la Tierra— con un trasfondo que reflexiona sobre la ecología y la sexualidad.

La ecología y la sexualidad, eso era Bigas Luna. El cineasta ha fallecido en su masía de La Riera de Gaià (Tarragona), rodeado de su esposa y sus tres hijas. Allí están su huerto, sus tomates, el pan que amasaba una chica marroquí y que Bigas Luna horneaba, su gallo Obama, sus vinos, y la central de su ONG y de su web panvinoychocolate.com, donde aún se pueden leer frases del cineasta como: “La tierra es sagrada”. Pareciera que el cine, en realidad, era solo una manera de hacer públicos sus placeres.

Tal vez por esos placeres a tales manjares su primera película, Tatuaje (1976), ilustraba el mundo de Pepe Carvalho, la creación gastrodetectivesca de Manuel Vázquez Montalbán. Bigas Luna había trabajado previamente en el diseño industrial, y encontró en el cine una herramienta espectacular para volcar en él sus imágenes. En ese posfranquismo, Bilbao (1978) —en la que Isabel Pisano se convertía en correa de transmisión de ese erotismo eléctrico, y con la que participó en Cannes—, Caniche (1979) y Renacer (¡Dennis Hopper en un thriller español con estigmas!) dejaban claro que Bigas Luna no se parecía a nadie, que era un revolcón de Buñuel en calçots y caracoles. Tras cuatro años en Hollywood, estrenó la pionera Angustia, antes de que Lola (1987) cerrara una etapa, la de una cierta marginalidad, la relacionada con su productor Pepón Coromina, que fallece ese año. Bigas Luna se retira a pintar, y de ahí sale tres años después con Las edades de Lulú, adaptación de la novela de Almudena Grandes, que puede que fuera un filme más de su productor, Andrés Vicente Gómez, que de su cineasta, pero en el que Bigas Luna logró poner lo que él definía como “lo mío: lo del travesti y lo del sado”.

Y llega Jamón, jamón (la primera entrega de su trilogía ibérica), y de repente Penélope Cruz, Javier Bardem y Jordi Mollá explotan en la pantalla, y Bigas Luna en la taquilla. Su director definía la película con un poema que empezaba así: “Raúl y Conchita. / Se unieron porque / el ajo es la cosa que más les gustaba en este mundo. / Los filósofos griegos también olían mucho a ajo. / Raúl con su jamón - Conchita con sus perlas. / El chico del interior y la madre puta. / El chorizo y la señora”. La quijada de Caín y Abel, las pinturas negras de Goya, el sudor del sexo, una paletilla contra un jamón, eso es Jamón, jamón, León de Plata en Venecia 1992. Esa trilogía la completan Huevos de oro, antecedente visionario de la España de hoy, y la más poética La teta y la luna (premio al mejor guion en Venecia). Y ahí demuestra su innato talento para descubrir actores jóvenes y sacarles lo mejor.

Mejores o peores, sus películas eran todas muy Bigas Luna: Bámbola —un canto a las anguilas y humedades—, La camarera del Titanic —que le dio una soberbia vuelta al hundimiento del transatlántico—, Volavérunt —donde radicalizó el binomio vagina-Goya—, la bella Son de mar… A Bigas Luna el siglo XXI le inyectó energía: ahí está su película más joven, Yo soy la Juani (2006), que deja desnudos a directores que tenían 30 años menos que él, la apertura del cabaret ibérico El Plata en Zaragoza, su defensa acérrima de las corridas de toros en Cataluña, su versión teatral en 2003 de las Comedias bárbaras de Valle-Inclán, su instalación en la Expo de Shanghái… Puede que su último filme, DiDi Hollywood (2010), no sea un gran epitafio, pero hasta en sus trabajos más imperfectos, como hasta en los tomates más feos de su huerto, estaban su amor a lo telúrico, su tierra sexual y él, Bigas Luna.

Filmografía

Tatuaje (1978)

Bilbao (1978)

Caniche (1979)

Renacer (1981)

Lola (1986)

Angustia (1987)

Las edades de Lulú (1990)

Jamón, jamón (1992)

Huevos de oro (1993)

La teta y la luna (1994)

Lumière y compañía (1995)

Bámbola (1996)

La camarera del Titanic (1997)

Volavérunt (1999)

Son de mar (2001)

Yo soy la Juani (2006)

Di Di Hollywood (2010)

Segon origen (2012). Preproducción.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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