Usos y costumbres del ‘ligoteo’ en el franquismo
La escritora Pilar Garrido y el ilustrador Antonio Fraguas, Forges vuelven a colaborar en 'Del guateque al altar', un anecdotario de la transición de la infancia a la madurez a través del cortejo
La escritora Pilar Garrido y el humorista Antonio Fraguas, Forges no se conocieron en un guateque, aún así se han atrevido a colaborar de nuevo para relatar en anécdotas y viñetas las técnicas, usos y costumbres sentimentales de unos años marcados por la mirada diligente de los curas, los padres y los hermanos mayores. Del guateque al altar (Planeta) repasa bajo el epígrafe "la larga carrera de novio formal", un ritual que a los autores les parece que "afortunadamente, ahora es asazmente paritario".
Durante los años cincuenta, la calle era aquel lugar natural en el que niños y niñas salían a conocerse. Entre chascarrillo y acercamiento, mediaban una serie de juegos. Los toreros eran los ídolos de las niñas y ellos, claro, intentaban imitarles. ¿Qué ha sido de los toreros y las manolas? "Ya están prácticamente extintos", confirma el matrimonio, unido desde 1967, que ya trabajaron juntos en La posguerra vista por una particular y su marido (2010). "Actualmente, ligar es más directo: se piden el número de móvil o se mandan un whatsapp, pero en la época del guateque todo era más laborioso, y nos hacíamos de rogar porque todo era pecado", cuenta Garrido.
Ir al cine, entre otras actividades, forma parte de la crónica sentimental de estas generaciones y cómo se convirtió en el "refugio ideal de los novios y lugar respetable". Y eso que estaba mal visto que la mujer fuera sola al cine, más complicado incluso entrar al teatro. La Iglesia jugaba un papel determinante en la clasificación de lo permitido y lo pecaminoso. "La iglesia hoy se diferencia absolutamente en todo. La jerarquía ha perdido gran parte de su 'poder terrenal' y le costaría muchísimo recuperarlo", creen los autores.
Al ritmo de canciones como Only you de The Platters y acompañados de aperitivos, comenzaba el ritual del guateque. "Estuve interna muchos años y no tuve mucha experiencia 'guatequil' extensa, pero sí muchas referencias de amistades", cuenta Garrido. "Yo era más bien de 'poner los discos'. Contamos en el libro un gran despiste guatequero mío: para una vez que estuve bailando, varias horas de excelentes rock and rolls con una agraciada joven...resulta que tenía una pierna ortopédica, pero bailaba tan estupendamente que ni me enteré: el rock and roll es lo que tiene; bueno, tenía", recuerda Forges.
Babelia
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