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Tú pones las viñetas; yo, el vino

Un autor de cómic y un viticultor comparten sus oficios en un álbum Étienne Davodeau utiliza el verbo “escribir” para referirse a su arte

Una de las viñetas del cómic 'Los ignorantes'.
Una de las viñetas del cómic 'Los ignorantes'.

El dibujante francés Étienne Davodeau, de 47 años, tuvo una humilde aunque descabellada idea: convivir durante año y medio con un viticultor sin ningún conocimiento de cómics a cambio de que este compartiera con él todo lo que sabía de vino. Recogió la experiencia en las 270 páginas de Los ignorantes (La Cúpula), que Davodeau (Botz-en-Mauges, 1965 ) resume como “el retrato de dos personas comprometidas con un proyecto personal que viven con pasión y en el que creen completamente”.

Acostumbrado a dibujar relatos de fuerte contenido político y social, en su última publicación ha optado por una historia sin malos ni buenos, casi sin historia, en la que el lector espía la vida de “dos personas que buscan caminos alternativos y que no tienen ningún interés por ser comerciales en su trabajo”. Un concepto que “también podría considerarse política”, afirma el autor, que se acercó el pasado jueves a la Fnac de la plaza de Cataluña de Barcelona para presentar esta historia de vino y viñetas en la que el verdadero protagonista es el ser humano.

Por un lado, su vecino desde hace 15 años en la localidad de Rablay-sur-Layon (valle del Loira) Richard Leroy, un hombre que prefiere producir menos vino pero de mejor calidad, contrario a usar, aun pudiendo, la “comercial” etiqueta bio en sus botellas. Por otro, un dibujante con una fe ciega en el cómic como medio de expresión, convencido de “su superioridad frente a la novela en cuanto a la profundidad y variedad de planos que es capaz de transmitir”, comenta Davodeau, coprotagonista de esta experiencia que cataloga de “documental autobiográfico”.

Pero Davodeau no hace cómics. Ni siquiera dibuja. Durante todo el encuentro, opta por utilizar el verbo “escribir” para referirse a su arte. Ese al que hoy, con cuidadas ediciones de tapa dura, páginas de alto gramaje y precios iguales o superiores a los de cualquier lanzamiento literario ya ha colonizado la mayoría de las librerías generalistas con la denominación de “novela gráfica”. Advierte del boom que el género del cómic documental está experimentando en su país desde hace siete años, pero define con precisión la naturaleza de Los Ignorantes, puntualizando que “es un libro con una voluntad pedagógica, pero no periodística”. Dice que no le interesa el 80% de lo que se dibuja en Francia y advierte del riesgo de “aburguesamiento” que sufre el género, en referencia a “los autores egocentristas que son incapaces de ver más allá del pequeño mundo que se fabrican”, aclara.

Si algo define a los dos personajes de esta historia es su pequeño mundo. Su pequeña parcela de sabiduría en contraposición con la ignorancia de lo demás. Algo que se hace patente en el relato cuando vemos la indiferencia con la que el viticultor asiste a una exposición dedicada a la obra del mítico ilustrador Moebius o cuando el dibujante se ve obligado a escupir al fregadero un vino por el que otros, le informa Leroy, pagarían una fortuna. “Quería encontrar puntos en común entre dos ambientes distintos,encontrar la respuesta a cómo, por qué y para quién uno hace lo que hace en la vida”.

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