Auge tanguero en Argentina
El popular baile se ha convertido en un gran negocio turístico que aporta a la capital argentina una ganancia anual de más de 320 millones de euros
Todo el mundo sabe que Buenos Aires es sinónimo de tango y que en la capital argentina abundan los locales de espectáculos y baile dedicados a este género: las llamadas tanguerías y milongas. Sin embargo, últimamente la escena del "dos por cuatro" es más vibrante que nunca.
Después del colapso de 2001 en Argentina y la consiguiente reactivación económica, el tango se ha convertido en un gran negocio gracias al auge de la industria turística y a la revalorización del género.
Actualmente, Buenos Aires posee unos 170 locales que ofrecen cena-show (tanguerías) y pistas de baile (milongas). Es mucho, teniendo en cuenta que hace no muchos años sólo eran un puñado. Según las autoridades porteñas, este negocio aporta una ganancia anual de más de 320 millones de euros y sigue creciendo.
Guillermo Divita, dueño de Boca Tango, un local con cena-show situado en el barrio de La Boca, cerca del puerto donde el tango recibió parte de las influencias que le dieron forma, afirma que "el turista que visita Buenos Aires, sobre todo el europeo, tiene familiares y raíces de gente que ha venido a vivir a Argentina y todos sin excepción consumen algo de tango, a través de una milonga o una casa como la nuestra".
Recreación costosa
En Boca Tango hay un museo dedicado al tango y se ha reconstruido un rincón de La Boca tal cual era hace cien años, donde cada noche los asistentes pueden ver una recreación de la vida del barrio en los albores del género. "Nosotros tratamos de reflejar el tango de la forma más auténtica posible, porque por medio de él Argentina se muestra al mundo", comenta Divita.
Pero acceder a una tanguería no es barato, de modo que su público es mayoritariamente extranjero (no sólo de Europa, sino también de Estados Unidos y del resto de América Latina). Los cerca de 3.000 turistas que asisten cada noche a estos locales con cena-show pagan entre 58 euros y 120 por persona, una suma prohibitiva para buena parte de los argentinos.
Noches de milonga
Sin embargo, los porteños no se quedan afuera del auge tanguero. Son ellos, precisamente, los que marcan el paso en otra escena -la de los salones de baile o milongas-, redescubriendo firuletes que muchos creían olvidados.
Esta mirada al pasado no es meramente una expresión de nostalgia, sino una muestra de la revalorización sin precedentes que el género está experimentado en Argentina.
"Este resurgimiento se ha dado a partir de que los jóvenes percibieron que el tango es una pasión de abrazarse, de seducirse, en una sociedad en la que las personas parecen cada vez más aisladas", según Luis Macchi, de la Cámara de Casas de Tango y Música Popular.
Unos 150.000 argentinos toman clases de tango en un número creciente de milongas. Y generalmente los acompañan gran cantidad de turistas que quieren aprender los movimientos auténticos del "dos por cuatro". Además de atraer turistas, el tango está generando empleos para los jóvenes bailarines, cantantes y músicos argentinos. Muchos de ellos incluso exportan su talento a Europa y Japón, donde el "dos por cuatro" también está en auge.
Es cierto que el tango nunca ha dejado de sonar y bailarse en Argentina. Pero hoy parece hacerlo con más volumen e ímpetu que nunca, gracias a que se ha convertido en un negocio pujante.
Babelia
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