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La presidencia de la COP30 trata de cerrar la cumbre sin la hoja de ruta para dejar los combustibles fósiles

Los casi 200 países deben decidir ahora si apoyan la propuesta en un plenario. La Unión Europea cede ante el bloqueo de muchos países a fijar ese camino para abandonar el petróleo, el gas y el carbón

Manuel Planelles

Tras una larga noche de negociaciones a puerta cerrada en la cumbre del clima que se celebra en Belém, la presidencia de esta conferencia, que está en manos de Brasil como país anfitrión, ha presentado una nueva tanda de textos para intentar cerrar esa cita, que debería haber terminado el viernes. El tema más polémico y que más ha enconado todas las negociaciones en las que participan casi 200 países, no aparece en el borrador final que ha presentado André Corrêa do Lago, el diplomático brasileño que preside la cumbre, y que aspira a que se apruebe durante este sábado. No hay referencias a un mandato para fijar una hoja de ruta para dejar atrás los combustibles fósiles, que son los principales responsables del cambio climático, como había propuesto a los países el propio presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.

Durante toda la noche los países han estado negociando y hasta el último minuto se han intercambiado párrafos del texto final de la cumbre, que tendrá que ser adoptado en el plenario durante esta mañana (en Brasil, tarde en España). La UE, que había estado presionando, aunque no de forma completamente cohesionada, para que se aludiera a esa hoja de ruta, ha dado finalmente su brazo a torcer y ha garantizado que no vetará esa declaración de cierre descafeinada.

Esta cumbre en Brasil ha ido ganando en intensidad a medida que se acercaba a su final y el debate sobre los combustibles fósiles iba acumulando peso en una conferencia de la que no se esperara que salieran grandes titulares. Pero fue el presidente brasileño el que en el arranque de esta conferencia en la ciudad amazónica lanzó la idea de que de esta cita debería salir una hoja de ruta para abandonar los combustibles fósiles. Algo que no se ha conseguido cerrar por el rechazo de los países más dependientes del petróleo, el carbón y el gas. Y por la falta de músculo entre las naciones que sí apoyaban esa iniciativa.

Poco a poco, la idea de la hoja de ruta fue ganando apoyos en la cumbre, hasta el punto de que casi 40 países (entre ellos España, Colombia, Francia, Alemania, el Reino Unido y Chile, aunque no la Unión Europea en su conjunto) firmaron un escrito en el tramo final de conferencia en el que defendían ese plan para poner en el punto de mira el petróleo, el gas y el carbón.

Pero en los 30 años de conversaciones y acuerdos sobre cambio climático de la ONU las menciones directas a los combustibles fósiles habían sido un tabú. Solo en la de Dubái, en 2023, se logró una mención en el texto final a que se deben dejar a atrás. El apoyo de EE UU y la Unión Europea en bloque fue determinante en aquel momento, algo que no ha ocurrido en esta ocasión.

Ahora, se ha conseguido que en el texto final que debe apoyar el pleno una mención a aquel acuerdo, pero sin ni siquiera incluir el término combustibles fósiles en la declaración. Se aboga por la creación de un “Acelerador Global de Implementación”, voluntario, teniendo en cuenta “el Consenso de los Emiratos Árabes Unidos”. Con esa expresión se hace referencia a la declaración de 2023 en donde entre otras cosas se mencionaba por primera y única vez la necesidad de dejar atrás los combustibles fósiles, algo que no se ha conseguido repetir ni en 2024 ni en 2025.

Sara Aagesen, ministra española para la Transición Ecológica ha lamentado que se haya quedado fuera la hoja de ruta y la mención explícita a los combustibles. “No estamos contentos”, ha dicho, para luego añadir que por lo menos “no se ha retrocedido”.

En el primer borrador de la declaración final sí aparecía esa hoja de ruta. Pero del texto presentado el viernes a primera hora había desaparecido. Y, cuando algunos países le pidieron explicaciones a Corrêa do Lago en una reunión a puerta cerrada, sostuvo que 80 naciones rechazaban que se mencionara a los combustibles fósiles. A la cabeza estaban los petroestados, especialmente, Arabia Saudí. En esa reunión del viernes a puerta cerrada, su representante en la cumbre, Noura Alissa, mantuvo un choque con Aagesen, a la que señaló por su insistencia en introducir en el texto las referencias a los combustibles fósiles.

El sistema por el que se tiene que acordar cada texto y decisión en el seno de las conversaciones sobre cambio climático en la ONU se basa en el consenso, lo que significa que cualquiera de los cerca de 200 países que participan puede levantar la mano y frenarlo todo en el último momento. Este sistema durante las más de tres décadas de conversaciones ha hecho que los acuerdos siempre se vean rebajados.

Arabia Saudí ha sido históricamente el país que ha encabezado una coalición de países petroleros que han batallado por eliminar todas las menciones a los combustibles fósiles. En Belém, ha vuelto a ocurrir. Pero, además, otros grandes países, como China o Rusia, no han mostrado su apoyo a la idea de la hoja de ruta para dejarlos atrás.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.
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