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La Agencia Internacional de la Energía rebaja el calentamiento global a 1,8 grados si los países cumplen sus promesas

El organismo elabora un diagnóstico optimista que choca con la falta de ambición de muchos planes nacionales para reducir las emisiones

Manuel Planelles
Rusia energía
El director de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), Fatih Birol, en una acto en Estambul (Turquía) en 2019.Anadolu Agency (Anadolu Agency via Getty Images)

Fatih Birol, el director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), lanzó el jueves desde la cumbre del clima de Glasgow el mensaje más positivo hasta la fecha. Ha asegurado que si se cumplen las últimas promesas que los países han ido poniendo sobre la mesa referidas a las emisiones de metano y de dióxido de carbono a mediados de siglo, el calentamiento podría quedarse solo en 1,8 grados, lo que supondría cumplir con el Acuerdo de París. Birol, en un acto durante la cumbre, ha explicado que esta es la conclusión a la que han llegado los expertos de la agencia que dirige en un análisis exprés de los últimos anuncios. El problema es que los planes de recorte de emisiones concretos que los Estados han presentado ante Naciones Unidas, al margen de los anuncios, no llevan a ese escenario tan positivo. Tampoco la evolución actual de las emisiones, que han rebotado con fuerza tras el parón económico por la covid.

Birol se ha referido este jueves en concreto a los compromisos de alcanzar las emisiones netas cero de dióxido de carbono —que se emita solo lo que puedan captar sumideros, como los bosques y los océanos— a mediados de siglo. Los últimos grandes países en anunciar esa meta han sido Brasil, para 2050, y la India, para 2070. A eso se suma el compromiso que 103 naciones han firmado para reducir un 30% esta década las emisiones de metano, otro potente gas de efecto invernadero. “Si todos los compromisos de neutralidad de carbono y de metano se implementan completamente estaremos en una trayectoria de 1,8 grados”, ha dicho Birol. “Son muy buenas noticias”, ha valorado el director ejecutivo de esta agencia internacional vinculada a la OCDE.

Sin embargo, el optimismo se reduce cuando se observan los pocos avances que ha habido hasta ahora con los planes de recorte de emisiones para el corto plazo (para esta década) que los gobiernos han presentado oficialmente ante Naciones Unidas. Esos programas no llevan ahora a las reducciones de los gases de efecto invernadero necesarias para que el aumento de la temperatura se quede realmente a 1,8 grados. De hecho, el último análisis realizado por la ONU muestra que se va a un calentamiento de 2,7 grados. Todas estas cifras se refieren al incremento de la temperatura respecto a los niveles preindustriales. Y el objetivo final del Acuerdo de París contra el cambio climático que han firmado prácticamente todos los países del mundo es que el incremento se quede entre los 1,5 y los 2 grados. En este momento, la temperatura media global ha aumentado en 1,1 grados. Cada décima de incremento lleva a más fenómenos extremos y más intensos, según se advierten los estudios científicos.

En los últimos años, el optimismo o el pesimismo climático dependen del lugar en el que se ponga el foco. Si se mira a lo que dicen los países que harán en su conjunto a mediados de siglo, cumplir con París es posible todavía. Pero si se mira a lo que se está haciendo ahora y a la evolución ascendente de las emisiones y a cómo estarán en 2030, no es posible que se vaya a cumplir con el Acuerdo de París, firmado en 2015.

La novedad más importante en este dilema temporal es el acuerdo de metano apadrinado por EE UU y la Unión Europea que se ha presentado en esta cumbre del Glasgow y que cuenta con 103 firmantes. Porque plantea una meta concreta para este potente gas de efecto invernadero para 2030: reducir las emisiones un 30% respecto a los niveles de 2020. Sus promotores aseguran que si todos los países del mundo cumplieran este compromiso se lograría reducir en 0,2 grados el nivel de calentamiento. Pero en este pacto no están algunos de los grandes emisores, como China y Rusia. Y el acuerdo no deja de ser una declaración de intenciones sin una vinculación legal al no formar parte de los pactos oficiales de Naciones Unidas.

Las primeras jornadas de esta cumbre del clima se están convirtiendo en una explosión de anuncios de alianzas de todo tipo de países referidas a diferentes sectores vinculados al cambio climático. Pero se trata de pactos al margen de las negociaciones oficiales de la COP26 y que suelen ser vagos. El Gobierno británico, que preside esta cumbre, es el que está realizando la mayoría de estos anuncios e intenta lanzar un mensaje positivo del desarrollo de la cumbre climática. Por ejemplo, Alok Sharma, presidente de la COP26, presentaba el miércoles como un avance destacado que prácticamente el 90% de las emisiones mundiales estaban ahora cubiertas por promesas de emisiones netas cero para mediados de este siglo.

En este sentido, la economista Anne Olhoff, coordinadora del último gran informe de la ONU sobre los compromisos de los países de reducción de emisiones para esta década, considera que “las promesas de emisiones netas cero deben acogerse con satisfacción”. Pero advierte: “Lo que realmente importa es que estén respaldadas con medidas a corto y medio plazo que proporcionen confianza en que se pueden lograr”. Ese era, precisamente, uno de los mensajes principales del informe que lideró y que se presentó hace una semana. Y en una declaración de Birol difundida por la tarde, el propio responsable de la AIE ha admitido que se necesita que “los gobiernos conviertan” sus “promesas en acciones y estrategias políticas claras y creíbles”. “Las ambiciones cuentan poco si no se implementan con éxito”, ha añadido Birol, quien ha asegurado que la AIE realizará un seguimiento de algunas de las promesas que se están haciendo durante la COP26.

Promesas de abandono del carbón

La jornada del jueves en la cumbre del clima de Glasgow ha estado centrada en el sector energético. Y se ha anunciado la inclusión de nuevos miembros en una alianza contra las centrales eléctricas que se alimentan con carbón que se creó en la cumbre climática de 2017, que se celebró en Bonn (Alemania). En estos momentos, 48 países forman parte de este compromiso que fija que los miembros de la OCDE y de la UE que se adhieran deben dejar de emplear en carbón antes de 2030 y el resto antes de 2050.

Entre los siete firmantes nuevos está Ucrania, que se ha puesto 2035 como fecha para dejar este combustible. Se trata del tercer país de Europa que más carbón consume en estos momentos, por detrás de Polonia y Alemania. Otro de los Estados que han decidido sumarse ahora es Chile, que se ha impuesto 2040 como límite para cerrar todas sus centrales térmicas que empleen este combustible. Entre los antiguos firmantes figuran el Reino Unido, Alemania, Canadá y México. También está España, que oficialmente tiene establecido que en 2030 ya no usará más carbón, aunque esta forma de generar electricidad es ya residual y el cierre total se podría dar antes de que finalice esta década. Sin embargo, las grandes ausencias de esta alianza son también los grandes consumidores de carbón mundiales: Estados Unidos y, fundamentalmente, China.

También este jueves una veintena de países e instituciones, entre los que están EE UU, el Reino Unido y el Banco Europeo de Inversiones (BEI), han firmado una declaración en la que se comprometen a no financiar con fondos públicos los proyectos de combustibles fósiles en el extranjero a partir de 2022. Esto hará que los diferentes bancos de desarrollo dejen de financiar el carbón, el petróleo y el gas. En mayo los miembros del G7 ya se comprometieron a dejar de respaldar con fondos públicos los proyectos de carbón. La declaración de ahora va un paso más allá e incluye al petróleo y el gas, aunque en ambos casos no está China presente.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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