Ir al contenido
_
_
_
_

La península Ibérica está girando en el sentido de las agujas del reloj

Nuevos datos muestran como el acercamiento de la placa africana y la euroasiática fuerza un desplazamiento que cerrará el Mediterráneo

Península Ibérica gira en el sentido de las agujas del reloj

Que la Península y el norte de África se están juntando es algo que viene sucediendo desde hace cientos de miles de años. Pero cómo lo están haciendo, el modo en que se está moviendo la parte superior de la corteza terrestre, sigue una ruta que aún está dibujándose. Nuevos datos muestran que el terreno que hoy forman España y Portugal está girando de este a oeste, en el sentido de las agujas de un viejo reloj. Las placas sobre las que descansan ambos lados del Estrecho se están acercando y comprimiendo un poco más cada año. Las consecuencias, muy a largo plazo, serán enormes: el Mediterráneo volverá a ser un mar cerrado, África y Europa serán una por el oeste y lo que hoy es el sur ibérico se habrá fusionado con la zona de Ceuta o mirará hacia América.

La corteza terrestre está cuarteada en porciones que flotan y se mueven sobre un manto inferior casi líquido y dúctil. Ese movimiento de las placas tectónicas es el que está detrás de que los continentes se acerquen o alejen, de que los mares se cierren o abran. Pero también de tensiones que acaban por liberarse en forma de terremotos y erupciones volcánicas. En ese baile geológico, “las placas euroasiática y africana se acercan entre cuatro y 6 milímetros cada año”, recuerda Asier Madarieta, investigador de la Universidad del País Vasco (UPV). “El límite entre las placas que rodean el océano Atlántico y Argelia es muy claro, mientras que en el sur de la península Ibérica es mucho más difuso y complejo”, añade Madarieta, primer autor de un nuevo trabajo que muestra los últimos datos de la dinámica bajo nuestros pies.

El estudio, publicado en la revista científica Gondwana, detalla importantes procesos dinámicos que están teniendo lugar en esa frontera difusa. En el Mediterráneo occidental, el límite entre las placas euroasiática y africana está determinado por el movimiento de la zona bajo la isla de Alborán, frente a las costas de Almería. Este campo se está desplazando hacia el oeste, reforzando el llamado Arco de Gibraltar, la conexión entre la Cordillera Bética (desde la sierra de Grazalema hasta Sierra Nevada) con la Cordillera del Rif, en Marruecos. Ese acercamiento es oblicuo, con el sur de España y Portugal girándose en el sentido de las manecillas.

“Hasta ahora desconocíamos con exactitud cómo era ese límite en ese entorno, y los procesos geodinámicos que se están produciendo son objeto de debate”, cuenta el investigador vasco, miembro del Grupo de Procesos Ambientales Hídricos de la UPV. Gracias al despliegue de sensores de geoposicionamiento, y usando datos de deformación medidos desde satélite u obtenidos de los últimos terremotos, observaron “cómo la deformación cortical y la deformación superficial en el Mediterráneo occidental se relacionan en la frontera entre las dos placas, situada en la brecha entre la Península Ibérica y el noroeste de África”, detalla Madarieta.

El geólogo destaca la relevancia la conexión submarina montañosa entre ambos lados, el Arco de Gibraltar. “Al este del Estrecho de Gibraltar, la corteza del Arco de Gibraltar absorbe la deformación causada por la colisión entre Eurasia y África, impidiendo así que las tensiones se transmitan a Iberia”, dice el investigador. Pero en el otro lado, al oeste del estrecho, “se produce la colisión directa entre las placas y creemos que esto podría afectar a las tensiones que se transmiten al suroeste de Iberia, al empujar a Iberia desde el suroeste y hacerla girar en sentido horario”.

Los cambios geodinámicos, el resultado de la dinámica de placas, se toman su tiempo. La última vez que el Mediterráneo fue un mar cerrado fue hace varios millones de años, por ejemplo. Y los datos creados por los satélites o las redes geodésicas humanas son una gota en ese mar de tiempo, remontándose los más antiguos a los años 80 del siglo pasado. “Estos datos solo ofrecen una pequeña ventana a la evolución geológica”, reconoce Madarieta. Así que medir con precisión modificaciones geológicas que se toman millones de años es una ciencia con cierto grado de incertidumbre. “El hecho cierto es que Iberia colisionará con Marruecos, pero tomará varios millones de años”, termina el investigador de la UPV.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Miguel Ángel Criado
Es cofundador de Materia y escribe de tecnología, inteligencia artificial, cambio climático, antropología… desde 2014. Antes pasó por Público, Cuarto Poder y El Mundo. Es licenciado en CC. Políticas y Sociología.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_