Abortado el lanzamiento de Artemis I, el ensayo general del regreso de la humanidad a la Luna
La NASA retrasa el inicio de la misión al 2 de septiembre tras detectar varias incidencias, una de ellas en uno de los motores, durante la cuenta atrás
La humanidad no ha logrado este lunes dar el primer paso de su regreso a la Luna. La NASA ha abortado alrededor de las 8.30 (14.30, hora peninsular española) el lanzamiento de la misión Artemis I desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida (EE UU), tras una dramática cuenta atrás en la que se han detectado una fuga de hidrógeno, una grieta en el aislante térmico entre los tanques de oxígeno líquido e hidrógeno líquido y una incidencia definitiva en uno de los cuatro motores del vehículo de lanzamiento. La siguiente oportunidad para el despegue será el próximo viernes, 2 de septiembre.
La nave espacial Orion iba a iniciar este lunes un viaje de ida y vuelta a la Luna con tres maniquíes a bordo, como ensayo general de las futuras misiones Artemis II —que repetirá un periplo similar con cuatro astronautas en 2024— y Artemis III, que se posará sobre el satélite en 2025, como pronto. El objetivo declarado de la NASA es que “la primera mujer y la primera persona no blanca” caminen por la Luna.
El administrador de la NASA, Bill Nelson, se ha tomado el retraso con filosofía. “Así funciona el negocio espacial”, ha declarado tras la cancelación del lanzamiento. Nelson ha recordado que él mismo despegó al quinto intento en su viaje al espacio, a bordo del transbordador espacial Columbia, en 1986. “Se arreglará y volaremos”, ha proclamado. Su colega Josef Aschbacher, director general de la Agencia Espacial Europea (ESA), ha aplaudido la decisión de los especialistas al mando del despegue. “En los lanzamientos siempre es mejor prevenir que lamentar. Es importante que los equipos técnicos se sientan 100% cómodos con el lanzamiento, siempre, sin excepciones”, ha celebrado Aschbacher en sus redes sociales.
Artemis I permanece en la mítica plataforma de lanzamiento 39B, estrenada el 18 de mayo de 1969 con la misión Apolo 10, que orbitó la Luna sin llegar a alunizar. La NASA no ha podido probar este lunes el Sistema de Lanzamiento Espacial, el cohete más potente jamás construido, según subraya el ingeniero aeronáutico español Pedro José Herráiz, que participa en la misión dentro de la ESA. El conjunto formado por el vehículo lanzador y la nave Orion alcanza los 98 metros de altura, cinco más que la Estatua de la Libertad. “Volver a ver un cohete de este tamaño, y con estas intenciones de volver a la Luna, en la plataforma de lanzamiento 39B es impresionante. Es algo que no se veía desde hace 50 años”, explicaba Herráiz con emoción antes del fallido lanzamiento.
La NASA lleva las riendas del Programa Artemis, bautizado así por la hermana gemela del dios Apolo en la mitología griega. La agencia europea se ha encargado del módulo de servicio, una pieza esencial, ya que suministrará oxígeno, agua y electricidad a los astronautas de las futuras misiones, además de propulsar la cápsula tripulada y controlar su temperatura. Es la primera vez que la NASA confía a la ESA una parte “crítica” de una misión, según destaca Herráiz. “Ninguna de las tres primeras misiones va a ser igual. En Artemis I, como no hay tripulación y vamos a probar cosas, el perfil va a ser más arriesgado que en la siguiente, que sí va tripulada”, detalla el ingeniero español.
“Como no hay tripulación y vamos a probar cosas, el perfil va a ser más arriesgado”Pedro José Herráiz, ingeniero de la ESA
La última persona que pisó la Luna fue el astronauta Gene Cernan, el 13 de diciembre de 1972. El Programa Apolo de la NASA reclutó en una primera convocatoria a 770 hombres, que cumplían los requisitos exigidos: ser estadounidense, tener menos de 34 años, medir menos de 1,83 metros, ser piloto con más de 1.500 horas de vuelo y, además, ser ingeniero o físico. Uno de ellos, Walter Cunningham, reflexionó sobre este equipo en su libro The All-American Boys, publicado en 1977. “Era difícil ignorar lo que teníamos tan visiblemente en común: todos éramos blancos, anglosajones y protestantes, a excepción de un puñado de católicos”, escribió Cunningham, que participó en la misión Apolo 7.
Doce hombres blancos caminaron sobre la superficie lunar entre 1969 y 1972. El día previo al lanzamiento de la misión Apolo 11, en la que Neil Armstrong y Buzz Aldrin caminaron por la Luna, cientos de activistas protestaron en las puertas del Centro Espacial Kennedy. En cabeza iba el reverendo Ralph Abernathy, sucesor del asesinado Martin Luther King al frente del movimiento por los derechos civiles de las personas negras. Para Abernathy, no tenía sentido gastar tanto dinero en ir a la Luna cuando la quinta parte de la población estadounidense vivía en la pobreza. El Programa Apolo costó unos 25.000 millones de dólares de entonces, equivalentes a unos 150.000 millones actuales (cantidad equivalente en euros).
Con el Programa Artemis, la NASA quiere saldar esa deuda con la diversidad de Estados Unidos y del resto de la humanidad. La primera astronauta estadounidense fue Sally Ride, que voló al espacio en 1983, el mismo año que el primer astronauta negro de la NASA, Guion Bluford. Ride y Bluford no pasaron de la órbita de la Tierra. La agencia espacial estadounidense repite una y otra vez que el Programa Artemis permitirá que “la primera mujer y la primera persona no blanca” paseen por la Luna.
El ingeniero aeroespacial español Eduardo García Llama dirige el sistema de guiado y control de la nave Orion, desde el Centro Espacial Johnson de la NASA, en Houston. En el pecho de su uniforme ha añadido, bordadas, las palabras en latín Non Sufficit Orbis, el lema de Felipe II, rey de España en la segunda mitad del siglo XVI. Significa: “El mundo no es suficiente”.
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